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martes, 21 de abril de 2015

LA PIEL DEL MAR


"Dónde está , Señor, la Justicia de los que esperan, de los que mueren por llegar al norte, los ahogados de cansancio, los que no tienen padre, ni madre, ni patria, ni casa, ni silla para sentarse, los que no tienen familia, los que no tienen ni tumba? Si levantamos la piel del mar, veremos muchos de ellos allá abajo"
                                                        
                                           CARLOS HERRERA CRUSSENT
                                                    
                                            (De su pregón de Semana Santa)

Lo que está pasando con la inmigración en el mar Mediterráneo es, efectivamente, para que se nos caiga la cara de vergüenza a la Humanidad entera. Estos miles de muertes gratuitas, día sí y día también, es para hacer sonrojar a cualquiera, para ablandar hasta el corazón más duro, si es que no se es político, claro, que entonces lo que se tendría dura sería la cara.
Porque lo que más sonroja y más vergüenza da es leer o escuchar las declaraciones de los dirigentes de los organismos internacionales. Para vomitar.

Resulta que la ONU, por poner un ejemplo meridianamente claro de insolvencia manifiesta, insta a Europa a que ponga fin a esta sangría humana. Y Europa, que sigue mirando para otro lado, corre la bola a Italia y a España. ¿Y ellos, la ONU, entonces para qué están? ¿Alguien me dice si esta organización ha servido alguna vez para algo serio?¿Ha sabido o podido acabar con alguna dictadura en el mundo? ¿Ha parado alguna guerra con sus Geyperman azules? ¿Para qué tener tantos embajadores de buena voluntad, normalmente artista progresistas, solidarísimos, que se hacen la foto en África con ropa (con look) de safari con un montón de negritos alrededor, en un descarado postureo mediático?

A ver si se deja de reunir urgentemente a la mesa de gobierno y a hacer declaraciones que ya nos sabemos de memoria y actúa sobre el origen del problema, desde su raíz, acabando con las mafias que se lucran con estas muertes, sobre los gobiernos, normalmente corruptos, que les importa un bledo lo que le pueda pasar a sus ciudadanos, y sobre los estados islamistas que al imponer el terror como forma de gobierno hacen que se huya en estampida buscando la libertad en Europa en un camino sin escapatoria que los llevan del hambre,  del miedo a la muerte, a la muerte segura.

Aquí, hasta ahora, el único que ha tenido estolones para llamar a las cosas por su nombre ha sido el papa Francisco, que no ha tenido complejo ninguno en denunciar esta masacre y decir que esto es una vergüenza para la Humanidad (y que lo de Armenia fue un genocidio).

Y en esas deberíamos estar, avergonzados como seres humanos viendo cómo mueren, ahí al lado, cerca de nuestras playas llenas de turistas, tantos seres humanos...y viendo cómo se va desecando el mar a base de cadáveres.


Y la ONU con Europa  jugando al "tú la llevas". Qué pena.

jueves, 16 de abril de 2015

LOS FLISCORNOS DEL APOCALIPSIS


No sabía yo que hubiera un CIS por lo cofrade, o mejor dicho un CISYC, que traducido resultaría Centro de Estudio Sociológico y Cofrade. Más que nada lo digo a tenor de la cantidad de encuestas, resúmenes y valoraciones de todo tipo que han ido apareciendo en los medios de comunicación, más concretamente en la prensa morada, en toooooda la prensa morada, en periódicos de derechas, de izquierdas y mixtos jilgueros.

 En cuanto las sillas de la carrera oficial se fueron cerrando tras el paso de la Soledad, han ido apareciendo en cascada, en tropel, a fila de tres en fondo, las más sesudas encuestas sobre la Semana Santa. Y con tal prontitud que no parece más que estuvieran escritas antes del Viernes de Dolores, por lo menos.

 Es como si hubiera un Sigma Dos, una Metoscopia en versión cofrade, una Capiroscopia personalizada para nosotros solos donde se preguntara al capilliteo militante cuestiones tan agudas como cuál ha sido el paso que mejor iba de flores, cuál la Virgen mejor vestida, cuál la mejor banda de música....Como si esto fuera un concurso, con argumentos más propios de tertulias de barras de bar  alrededor de un plato de habas enzapatás, o de internet.
  
Y, además,¿por qué se han quedado solo en éstas? Ya puestos, podríamos hacer otras encuestas. Un suponé, una encuesta para la elección de Miss Cofrade de entre las nazarenas que a cara descubierta, melena al viento y con el capirote debajo del brazo, como un ramo de flores, han paseado su belleza dando capazos por calles y plazas sin ningún pudor. O elegir a Mister Macizo, al costalero que, con el costal calado hasta la nariz, haya hecho la corría desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección. O una encuesta para otorgar La Pipa de Oro (qué malamente suena esto) al titular del palco donde más y con más fruición se haya consumido esta, al parecer, tan deliciosa (y barata) semilla del girasol, y a quien más lejos y con más fuerza haya escupido las cáscaras, con mención especial si ha logrado alcanzar los respiraderos de algún paso. O quizás cuál ha sido el capataz que para levantar el paso haya hecho el pregón más ripioso (Manolo Santiago  hay, hubo y habrá solo uno). O cuál ha sido el más virtuosísimo vestidor que le haya puesto a la Virgen más vueltas de encajes utilizando más kilos de alfileres. O esa saeta que empieza por seguiriyas, sigue por martinetes y termina por peteneras. Es decir, media hora el paso arriao.  Qué sé yo...

Porque luego, estos mismos que publican esas encuestas se extrañarán de que la Semana Santa camine, o mejor dicho, se despeñe a velocidad de vértigo en el vacío de una fiesta totalmente mercantilizada, donde las más de las veces, por lo menos aparentemente, Dios no está ni se le espera.

Discutimos nimiedades, minutos de paso por Carrera Oficial; nos pegamos codazos por ir en la presidencia de los pasos (algunas presidencias forman ya auténticos tramos); nos enfrascamos en luchas de poder como si nos fuera la vida en ello, imitando y haciendo nuestro lo peor de la política. Cada vez vemos más gente vestida de calle delante de los pasos, y cada vez menos detrás de promesa. Pretendemos arreglar la paja en el ojo de una cofradía ajena y no vemos la viga en el ojo de la nuestra. Salimos a ver cofradías como un espectáculo,  por eso muchas crónicas del día después parecen críticas teatrales, solo nos fijamos en el papel de celofán.  

Por eso, más que un CISYC, urge la creación  de un CIC, un Centro de Investigaciones Cofrade que pudiera aclarar tantas cosas que afectan a nuestra Semana Mayor y que la están deformando de tal manera y a tal velocidad que en ciertas ocasiones cuesta reconocerla. Y no quiero dar la impresión de tener una visión catastrófica de la Semana Santa, pero la realidad es la que es. Aquí, en Huelva, todavía podemos salvarnos, aún no han sonado las trompetas (ni las cornetas, ni los fliscornos) del Apocalipsis. Pero en otros sitios cada vez lo tienen más difícil.

 Por eso a ver si el CIC investiga, por ejemplo, ¿por qué los mismos que no guardan silencio, esos niñatos y no tan niñatos, tanto pijos como canis, que no se callan ni debajo del agua al pasar un paso de cristo después mandan callar para escuchar la banda que lo acompaña?¿Por qué lleva más gente grabando con móviles detrás una banda que un paso? ¿O por qué las procesiones se están pareciendo cada vez más a una romería, solo que con la gente vestidas de chaqueta, en vez de corto, pero con la misma Cruzcampo en la mano? ¿Por qué solo se visten de nazarenos los niños, por qué a un tío de treinta años le molesta el cartón del morrión en la cabeza y no le molesta el costal?¿Es necesario que a los nazarenos adultos le acompañe media familia en animada charla, se van a perder?¿Es normal que hayamos visto un servicio de catering en los palcos, se habrá visto catetería más grande? Y así hasta el infinito; y más allá. Mira si tiene trabajo el CIC. ¿Será por hacer encuestas?

No es que sea responsabilidad de la prensa eso que parece estar pidiendo a gritos nuestra Semana Santa:  FORMACIÓN Y EDUCACIÓN.

 Pero si en vez de gastar energías en preguntar lo obvio, y que es además tan subjetivo, "¿quién será el sabio que entienda estas cosas, el prudente que lo sepa?" (Oseas 14:9) y  se empleara en crear una corriente  de opinión favorable a corregir estos vicios seguro que haría un gran servicio.

Urge la formación, sí. Sobre todo ante ciertos comportamientos  que hemos visto más veces de las deseadas en algunos nazarenos. Y para arreglar esto no hace falta aprenderse de memoria el Catecismo de Ripalda (qué bonito), ni hacer ningún cursillo, ni celebrar Misiones Populares. Solo tener un poco de sentido común y saber que al ponernos la túnica adquirimos ciertos deberes. Concienciarnos de que la colaboración en el orden y la compostura contribuyen a la credibilidad de nuestra manifestación de fe  y al esplendor de la cofradía en la calle.

Pero no se puede esperar mucho cuando hay hermandades (literal) que dan de alta a sus nuevos miembros sin exigir tan siquiera la Fe de Bautismo (como para exigirles una mínima catequesis), que la pela es la pela; cuando muchos hermanos salen por primera vez sin que antes hayan mantenido con nadie ninguna reunión donde se les indique qué es esto de vestirse de nazareno; cuando ya ni en el dorso de la papeleta de sitio vienen las normas de comportamiento. Y si vienen nadie las lee. Porque nos interesa más la cantidad que la calidad.

Y lo de la educación, batalla perdida pongamos como nos pongamos. Eso solo tiene solución con lo que se aprenda en casa, y en la reforma de la reforma de la contrarreforma de la ley de la Logse.


Qué buena ocasión para debatir este fin de semana en Málaga, en las I Jornadas Andaluzas de Comunicación Cofrade, y dejarnos ya de encuestas donde la respuesta, pregunte lo que se pregunte sobre cualquier aspecto de las cofradías, capataces, flores, bandas, estrenos..., siempre será la misma: La mejor, la mía. O sea, la de cada uno. ¿Para qué perder el tiempo?

viernes, 10 de abril de 2015

EL ELOGIO DE LA LOCURA



Hoy hace una semana. Sonaban las campanas en el mediodía desde la torre de la Concepción. Era la hora del Ángelus. El paso de palio, azul y oro, blanco y plata, de María Santísima de la Amargura apuraba los últimos minutos de una emotiva, larga y espléndida Madrugá.

La Banda de Música de las Mercedes de Bollullos  enlazaba la marcha Triana de Esperanza con el estribillo de Pasan los Campanilleros en el preciso y precioso instante en que caían, como llovidos del cielo (y esta lluvia sí que nos gusta) un torrente de pétalos de flores, una interminable cascada de colores sobre la Virgen, mecida, alzada en el aire de la mañana como una bandera de devoción en una valiente y eterna chicotá; poderosa, sublime, gloriosa...

En la puerta de la iglesia los últimos nazarenos, con los ojos fijos en la trasera del paso dispuesto para la recogida, se resistían a entrar en el templo, nadie se quería perder el momento único, radiante de sol, brillante de luz, de la despedida de la Amargura. Momentos tan de Ella, tan nuestros, tan de cada mediodía de Viernes Santo en Huelva...Tan de su hermandad.

Uno de esos nazarenos, logrando zafarse del gentío que acompañaba a la Virgen hasta su casa, entra por fin en la parroquia quitándose el antifaz y refiriéndose a la cuadrilla de costaleros de la Amargura exclamó sin dirigirse a nadie, como si hablase consigo mismo en voz alta: "Estos tíos están locos".

Y es que no hay definición más exacta ni puede haber elogio mejor. Nunca nadie dijo ni proclamó una alabanza mayor ni más certera a los costaleros que tienen la dicha y la gloria de llevar a la Virgen de la Amargura.

Porque decidme si no es reflejo de una locura de amor, mil veces demostrada a la Reina de la Madrugá, lo que derrocháis cada Viernes Santo. Decidme cómo llamaríamos al pundonor y a la vergüenza torera de la que siempre hacéis gala para honrar de esa manera a esta Celestial Capitana que hace que la llevéis a la recogida como si pesara menos que cuando salió. Cómo llamaríamos entonces a esa entrega sin medida debajo de sus trabajaderas: Sencillamente locura.

Porque hace falta ser artilleros de ley para bregar con la artillería pesada, en belleza y en kilos, del paso de la Amargura.

Si ya es casi una heroicidad salir en la Madrugá, luchar contra los elementos de la transgresión horaria, cuando el que más y el que menos lleva ya en el cuerpo el cansancio acumulado de una Semana Santa que empieza a terminarse, cuando una parte de ti busca el descanso pero vence la otra que te arrastra al esfuerzo, revestido de gozo, de meterte en la bodega de un galeón, y qué galeón, para que navegue por la ciudad en esa noche mágica, única, ancestral, aunque pocos sean realmente conscientes de su dureza, y más si se vive de costalero.

Pocos saben de los momentos de desaliento, cuando más pesan los silencios de la noche, que no la soledad. Incluso ante la indiferencia de los que en su legítimo derecho van a ver Semana Santa en otros lugares y pasan de puntillas sobre nuestra Madrugada, como si la ignoraran.

Si, como dijo el poeta refiriéndose a la Semana Santa "la vida es una semana", entonces la Madrugada es como la vida misma resumida en ocho horas de procesión, desde las cuatro de la mañana hasta el mediodía. La Madrugá nace  con expectación, como un niño, como una niña deseada. Pero pronto crece, sufre los avatares propios de la vida, caen los kilos, y se recrudece la pelea debajo del paso.

Pero en la más honda negrura de la noche, en la más profunda oscuridad, sabemos, y vosotros mejor que nadie, que la claridad nos espera en la Plaza XII de Octubre, en el Muelle, como decían los viejos de la hermandad, y que todo volverá a renacer con el clamor de la calle Marina, y en la Placeta, y en Méndez Núñez... Porque sois conscientes de que caminando bajo su manto azul se alcanza la recompensa, como cuando se acaba la vida y se alcanza el Cielo deseado, vosotros nos hacéis tocar el Cielo con las manos en una apoteósica recogida. Y como a todos nos gusta, con la desmesura que os caracteriza, como siempre la habéis entendido y sin ningún tipo de complejos. Por eso sois los elegidos.

Siempre he abominado de hacer distinciones entre las dos devociones, Cristo y Virgen, de una misma hermandad, de cualquier hermandad, donde ambos grupos se ignoran o incluso compiten en no sé qué absurda guerra, porque eso será lo que se quiera menos hermandad. Y nosotros pertenecemos a una donde la imagen del Señor acapara el fervor y la devoción mayoritaria no solo de la cofradía, sino de la ciudad entera. Por eso es mucho más meritorio vuestro trabajo.
Sois nazarenos  con la distinción especial de ser además costaleros de la  Amargura, como el mejor timbre de gloria, como un honrosísimo blasón de nobleza, ¿os parece éste poco título?


Quizá por eso no hace falta que llevéis ningún sobrenombre, ni deformar el hermoso nombre de la Virgen, y que incluso nos invita, como en el libro de Ruth, " a no la llamarla María, a llamarla mejor Amargura, porque su pena es profunda y amarga como el mar"... Y porque su bendito nombre de Amargura rima con locura, esa que le demostráis tener cada Madrugada de Viernes Santo bajo sus trabajaderas, obedientes a los golpes del dragón bajo el azul amparo de su manto, a esta Excelsa Reina de la Madrugá, a esta Celestial Señora del Alba. Y a saludarla como dice, canta y reza su himno: Salve, Amargura.