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domingo, 13 de diciembre de 2015

HUELLAS EN EL CRISTAL

Ahora que desde tantos y tan distintos frentes, y hay que reconocer que muchas veces con razón, se pone en tela de juicio la labor de los priostes; cuando en este circo de tres pistas en el que estamos convirtiendo la Semana Santa cualquiera opina y cualquiera desde un periódico o con un perfil en Facebook se cree catedrático de lo que se tercie, no sería mal momento para pararnos a reflexionar sobre el trabajo de este importantísimo, mal que a muchos les pueda pesar, aspecto de una cofradía.

Los priostes, esos buenos priostes que todos hemos conocido en tantas cofradías, son gente especial, no en sí mismos, sino por el carácter del trabajo que desempeñan. Ellos no trabajan con papeles de la secretaría, ni con los dineros de la mayordomía, por supuesto que tan necesarios para la hermandad como cualquier otra cosa. Los priostes tratan con lo más sagrado, nada más y nada menos que con las sagradas imágenes y todo lo que las rodea. Pero siempre están expuestos a la crítica del que sabe de cofradías y de los que no tienen ni remota idea de lo que es esto.

Muchos, muchísimos grandes cofrades han empezado su andadura en la priostía de la hermandad. Y como lo que se roza (casi siempre a diario) es lo que se quiere, han creado un vínculo con su cofradía difícil de disolver. Suele ser gente entregada, celosa de su labor, dedicados a su empresa, agonías (no jartibles como ahora se les ha dado en llamar a los que están todo el año hablando de Semana Santa, pero solo eso, hablando).

Pocos cargos en las juntas de gobierno son a la vez tan agradecidos ni tan sacrificados, si es que se quiere desempeñar con honradez. En una priostía siempre, absolutamente siempre, hay algo que hacer. El prioste, la mayoría de las veces no vive la Semana Santa, vive para la Semana Santa. Mientras, otros, en pleno fragor de la Cuaresma tiene tiempo para todo y disfrutan de una exposición, o de un concierto, o pueden asistir al Vía+Crucis de esa imagen que tanto les gusta, o a la presentación del cartel. Los priostes, por lo general y en esa época (por algo un amigo mío les llama “pringostes”) andan hasta el cuello de trabajo, “pringaos” hasta la coronilla. Son a los que les toca recoger cuando los demás salen corriendo al acabar la función, los que no encuentran ya nada encima de la mesa, ni una mala cerveza, cuando después del quinario, de apagar y recoger, al fin llega al refrigerio fraterno que se daba en la casa de hermandad. Ni cola de pescado (frito). Ellos trabajan mientras otros disfrutan. Al menos en las cofradías que yo conozco donde no hay personal a sueldo.

Por otro lado, y generalmente, siempre han sido personas reconocidas en su labor y muy queridas por los hermanos, sabedores del sacrificio que acompaña a esa abnegada labor.

De lo que haga el prioste, o le permita hacer la junta de gobierno, depende en un altísimo porcentaje la imagen pública de la hermandad. De ellos es la responsabilidad de mostrar con decoro a los demás hermanos y a la ciudad entera, como ya dijimos antes, lo más sagrado de la cofradía, a Cristo y a la Virgen titular. A ellos, a los priostes, les corresponde la gloria y la responsabilidad, ¿nos parece poco importante su labor?

Entonces, ¿qué es lo que está ocurriendo para que estén últimamente en la picota, siendo objeto de las más despiadadas críticas? Pues sencillamente por lo mismo que está ocurriendo en otros aspectos de la Semana Santa pero que nadie critica, que incluso aplauden y jalean: La desmesura, la desnaturalización de las funciones que están llamados a desempeñar y el confundir un altar de cultos con un cursillo de escaparatismo. Y bien que me duele, palabra de honor, escribir esto.

De un tiempo a esta parte parece que no se montan los altares para glorificar a Cristo o a la Virgen, sino para vanagloria del prioste o de la junta que se lo consiente. Ponemos más interés en el altar del besamanos, más “creativo”, que en el triduo, que nos aviamos con lo que haya. Consentimos que las dolorosas se muestren en noviembre más bien disfrazadas que vestidas de luto, en aras de no sé qué rigor historicista. Imágenes de dolor vestidas para la Inmaculada como si las hubiera vestido Murillo, manto celeste al viento del virtuosismo (que indudablemente tiene) el que la viste. Pero esto no es una demostración de habilidades. Para eso está la papiroflexia y los programas de Art Attack. E incluso hemos llegado a ver la solemne incongruencia de imágenes de gloria vestidas de luto, o de hebrea. Sentadas en un sillón desfondando previamente el asiento y recreando un candelero con guata acrílica. Creo que todo tiene una lógica medida. Y unos límites. Y por supuesto que cada uno es muy libre de hacer lo que quiera y le dejen hacer.

 Vemos altares donde menos la imagen de la Virgen todo ha sido pedido a otras hermandades, y es normal hacerlo en ocasiones singulares, y por perentoria necesidad, por idoneidad e identificación de lo que se quiere celebrar excepcionalmente, pero creo que no por sistema. Así se da el caso de que un año el altar es “espectacular” y al año siguiente que no se pide nada, el altar pasa inadvertido. Y se les saca menos fotos. Ya se sabe: Días de mucho, vísperas de nada.

Hay altares que con cuatro blandones han creado escuela. Y otros donde solo ha faltado poner un columpio o un tiovivo, y han creado saturación. No es cuestión de cantidad, ni siquiera de calidad, sino de medida. Tanto el minimalismo como el maximalismo tienen cabida en nuestros altares de culto. Hasta el manomalismo, que dicen los entendidos en marketing que es la ciencia o habilidad de mostrar más con mucho menos.

He pertenecido desde siempre a la priostía de las hermandades. Sé, como muchos, de horas interminables preparando en la casa de hermandad, de entrar en la iglesia al atardecer y salir al amanecer del día siguiente, de cenas a las trágalas en la sacristía, y como cualquier prioste, he sabido apreciar y agradecer la gloria de tener en mis manos el objeto de la devoción de miles de personas. Por eso me duelen las críticas como al primero, pero hay que reconocer que nos estamos pasando.

Siempre pienso, al ajustarle la túnica al Señor las oraciones, las súplicas, las confidencias que se esconderán entre sus pliegues, soy consciente del privilegio de presentar su imagen a la devoción de la ciudad. O cuando, y en dos etapas diferentes en mi vida, le tengo que colocarlos atributos a la imagen procesional de Nuestra Señora de la Cinta, celestial patrona de Huelva, o preparar su paso, o montarle su altar. Jamás dejo de considerar semejante honor.

Ayer sábado, cuando precisamente atendía a la Virgen en su altar y limpiaba las huellas que los devotos de la Cinta dejan en el cristal que la protege en su camarín, como quienes acarician el sueño y quisieran romper el vidrio que los separa de Ella, pensaba justamente en esto, en que un prioste se debe solo a cuidar, a perpetuar generación tras generación la devoción y la identidad de las imágenes. Esto no es, ni debe ser una competición o trabajar con las miras de dar el “pelotaso” en el  próximo altar de cultos.

Libreas y música fúnebre en cultos de hermandades populares, imágenes de cofradías de silencio dándole vueltas de tuerca a la seriedad poniendo tan poca luz en la capilla que tienes que entrar agarrándote a las paredes y besar la imagen palpándolas primero… Falta de identidad y de criterio. Trasgresiones de estilo que empobrecen.

Ojalá que supiéramos mantener limpio, como el cristal que protege a la Virgen Chiquita, la idea y la personalidad de cada una de nuestras hermandades, gracias a Dios todas únicas y diferentes, y huyéramos despavoridos de la homogeneización. O que supiéramos respetar el legado que nos dejaron nuestros mayores, engrandeciéndolos, claro que sí, mejorando lo mejoreble, siempre de frente, pero donde las únicas huellas que dejaran los priostes en el cristal de la cofradía fuera el del respeto y la fidelidad a sus hermandades, acabando con la absurda competición de querer sorprender en la presentación de las imágenes en sus cultos. ¿Dónde ha quedado la imaginación y sacar de donde no había de los viejos priostes?


Y esto no se puede confundir con inmovilismo. Eso es otra cosa distinta.

domingo, 29 de noviembre de 2015

¿SORPRENDIDOS? ANDA YA…



¿Sorprendidos por el último sacrilegio perpetrado por un pseudo artista con cerca de trescientas (¡¡¡trescientas!!!) formas consagradas? Pues si ustedes quieren que les sea sincero, yo no. Hombre, un poco sí… A mi lo que verdaderamente me sorprende es que, gracias a Dios, todavía haya gente que se sorprenda. Y al mismo tiempo, de que se hayan sorprendido, indignado, o de que de verdad se hayan sentido herida en lo más profundo de su corazón, tan poca gente. Y sin querer dármelas de pío ni de que me tachen de arpío.

Verán ustedes, no me puedo sorprender de que ocurran estas cosas porque generalmente suceden más por falta de educación, información y por supuesto, por la muchísima mala leche que se exhibe impunemente contra los católicos, que por cualquiera otra consideración, digamos que más profunda, de más sentido teológico.

Yo no me asusto ya de nada porque díganme si hoy en día hay en España (hablo en general) alguien, menor de cincuenta y tantos años que sepa realmente qué encierra el Precioso Misterio de la Sagrada Eucaristía, díganme si los niños, incluso con preparación para la primera comunión, saben, y lo que es peor, creen, que Jesucristo está vivo y realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. Yo pongo en duda que lo sepan y que lo crean. Y claro está que no se puede generalizar.

Y la culpa no la tiene nadie, absolutamente nadie, más que nosotros mismos. Ni en la familia, ni en el colegio, y muchas veces ni en la catequesis, sabemos inculcar el amor y la devoción Sacramental.

Es triste decirlo pero en muchos de nuestros templos cada vez es más difícil encontrar un reclinatorio delante del Tabernáculo. Los sagrarios, no es que estén abandonados, tampoco sería justo decir eso, pero a algunos, una manita de limpiaplata y una jarra de claveles a cada lado no les vendría nada mal. Y que dentro del templo ocuparan un sitio de privilegio, no donde menos estorbe.

¿Cuántos de nuestros jóvenes serían capaces de seguir un simple Pangue Lingua cantado, o un Tantum Ergo sencillito (el solemne ni de broma), o saber qué es una Bendición Solemne con el Señor en la custodia? Ninguno. Si no se lo enseñamos, va a ser difícil o imposible que sientan veneración y respeto por la Eucaristía. Antes por lo menos, el último día de quinario de cualquier hermandad de medio pelo acababa de esta forma y hasta con Procesión Claustral, pero ya no mola. Hoy parece que estemos deseando acabar la misa para salir corriendo al ágape fraterno, si es gratis. No se cuida, no se mima la adoración Eucarística. Por parte de nadie.

Esto que ha ocurrido en Pamplona no es más que el reflejo de esa elocuente paradoja de ver los confesionarios vacíos y las colas cada vez más largas para comulgar, y donde, por cierto, cualquiera puede ya dar la comunión.

Hace unos años, tampoco muchos, en cierta parroquia al dar la comunión el sacerdote, se cayó una Forma Consagrada al suelo, la que liaron después las hermanas del viejo cura para subsanar el desaguisado fue para tener en cuenta, corporales y purificadores tapando el sitio donde cayó la Sagrada Hostia hasta que acabó la misa, y una vez terminada, refregoteo inclemente e inmisericorde a la loseta donde cayó, y cuya agua no fue vertida en ningún sumidero, sino a una maceta de pilistras que había en la sacristía, como estaba mandado. Celo eucarístico, es poco.

 Este año y en otra parroquia, al contrario, en una primera comunión cayó también al suelo otra Sagrada Forma y alguien de la fila la recogió como si se hubiera encontrado una moneda de dos euros, la miró, la limpió con la manga de la camisa (todo un detalle) y se la dio al celebrante tal como si nada. Cómo han cambiado las cosas en tan poco tiempo. Y no creo que a mejor. Al menos en el respeto a lo más sagrado.

La cada vez más extendida manera de dar la Comunión en la mano, tampoco creo yo que ayude al respeto y reverencia a Jesús Sacramentado, cuando casi nadie lo hace bien, y muy pocos comulgan delante del sacerdote. Solo así se explica que el energúmeno de Navarra haya podido coleccionar tantas Comuniones para hacer su obra de arte, o que se haya llevado un copón, y de los grandes, llenito hasta arriba.

Pero está claro que esto no le importa a casi nadie. Las manifestaciones de repulsa por este execrable sacrilegio (¿o tampoco a esto se le puede considerar un acto sacrílego?), pocas y con sordinas, parecen hechas como para no querer alborotar mucho el gallinero. Bueno, sí, pero gritad flojito…

Y a todo esto, ¿dónde está el pueblo fiel, las hermandades, especialmente las sacramentales? Pues cada uno a lo suyo, el pueblo fiel preparando las Fiestas del Solsticio, digo la Navidad, las cofradías a sus itinerarios, a sus estrenos, a sus ensayos… Y las sacramentales con sus líos de prelatura en la procesión del Corpus (donde por cierto cada vez vamos menos gente) y preparando la cera roja para los guardabrisas del pasocristo, eso sí. ¿Qué queremos, qué podemos esperar entonces?

 Luego nos extrañaremos de la reciente proliferación de adoraciones perpetuas, de hermandades sacramentales puras, o de pías uniones de nuevo cuño. Es que algo habrá que hacer por propagar la devoción y adoración eucarística, ¿no?

Y es que en general, somos cobardones. O nos da lo mismo ocho que ochenta, que es todavía peor. Nos da miedo dar la cara, nos pesa el qué dirán, que nos tachen de rancios, carcas, viejunos, cuando nada hay más nuevo que la devoción renovada día a día, o domingo a domingo, al Santísimo Sacramento.

No me valen manifestantes, ni fidelidades (admirables por supuesto) de beatonas de falda azul plisada, camisa blanca, crucifijo colgando al cuello, y rebeca por los hombros, respetabilísimas todas. O fervorosos cofrades de abrigo de cheviot. Creo que necesitamos, como los santos que pide S.S. El Papa Francisco, manifestantes actuales de pantalón vaquero que primero sepan lo que significa y luego defiendan lo más sagrado de nuestra Fe, al Jesús del Sagrario que desconocen, al que hoy arrinconamos en las esquinas de muchas parroquias en el mejor de los casos, o que directamente ignoramos. Porque de aquellos  abusos bajan, turbios y espesos, estos lodos. 

No es cuestión de lanzar ninguna cruzada, ni de montar un cadalso, ni celebrar ningún auto de fe en la Plaza de las Monjas, sino de demostrar solo un poco de coherencia, de mostrar el dolor de los pecados de una sociedad cuya execrable clase política, que votamos todos, es capaz de subvencionar y jalear sin rubor alguno una incomprensible obra de arte realizada con Formas Consagradas, en una desnortada y desnaturalizada Europa que aunque no lo sepa, tiene por bandera sobre el azul del Cielo, la corona de estrellas de la Inmaculada, Madre de Dios, Madre de la Iglesia y Celestial Patrona de España.

Solo con que estos días de Pascuas en la mesa de camilla apagáramos la tablet de nuestros hijos o de nuestros nietos y le habláramos de Dios realmente presente en el Sacramento, algo habríamos ganado, y que en los libros de religión y en las catequesis nos dejáramos de tanto colorear y recortar y les mostráramos la Verdad y que las hermandades se emplearan en lo fundamental, otro gallo (no el de San Pedro negando) nos cantaría, y a lo mejor se nos removería los adentros cada vez que viéramos algo como lo de la aberración de Pamplona. Si no, seguiremos sin enterarnos de lo que va esto.

Por eso, no me extraña nada de lo que nos está ocurriendo, ni de lo que nos pueda ocurrir en adelante, porque me da a mí que esto no ha hecho más que empezar. Y a los hechos me remito.  

¿Sorprendido yo? Anda ya…

lunes, 12 de octubre de 2015

Y YO ME CAGO EN WILLY TOLEDO



Los franceses, que son tremendos para sus cosas, acuñaron el término “Gauche Divine” o “Gouche Caviar” (Izquierda Divina o Izquierda Caviar) para definir a esa ralea de militantes de izquierda, normalmente artistas, que predican una forma de vida propia de países de economía comunista pero que viven (¡y cómo viven!) como auténticos marqueses sacados de un libro de Flauvert.

Aquí, en España, tampoco nos libramos de esa plaga que tanto predicamento tiene en determinados medios, y que tanto les gusta a la gente.

Hoy, día de la Virgen del Pilar, de la Hispanidad y de la Fiesta Nacional, uno de los más reputados representantes de esa casta de vividores se ha despachado a gusto en su cuenta de Twiter cagándose en el Doce de Octubre, en España, en el Rey, en el Descubrimiento y en la Virgen del Pilar. Este tío llevaría estreñido un montón de tiempo para poder cagarse en tanto, ¿no?

¿Qué le habrá hecho a este gilipollas la Virgen del Pilar?

No sé si ustedes, amables lectores, se habrán percatado que los componentes de la Izquierda Divina, en español yo los llamo la Izquierda Chumina, aparecen y desaparecen de los medios de comunicación como el Guadiana. Aparecen durante un tiempo, promocionan sus productos, ora una película (normalmente malísima y tratando siempre de la Guerra Civil, donde los de izquierda eran estupendos, guays, solidarios, que no tiraban balas, sino bollos de leche, y los de derechas más malos que un cólico nefrítico o un parto en seco), ora un disco nuevo (producido por otro componente de la Izquierda Chumina), y cuando se le acaba el dinero, que ellos aborrecen como buenos comunistas que son (por los cojones), regresan a sus cuarteles de invierno, y cuando se le acaba lo recaudado, vuelven a la palestra.

Pero la culpa no es de ellos, no. La culpa la tienen los políticos que los subvencionan generosamente y los ayuntamientos que los contratan. Entiendo que los gobiernos de izquierdas, que son de su cuerda lo hagan; pero, ¿y los de derechas que lo hacen seguramente para que no les digan retrógrados ni fachas? Yo entiendo que si tuvieran que contratar a artistas de derechas no saldríamos de Nati Mistral y Arturo Fernández, y tampoco es plan. Pero, ¿es lógico que en una televisión para fin de año contraten con sueldos millonarios a esta gente, a los Ana Belén, Víctor Manuel (unos críos que están abriéndose camino) Bosé, a su prima Bimba, y se subvencione las películas de directores que dicen no sentirse españoles y actores que como este imbécil de Toledo se caga en todo lo cagable. Entiendo que el Psoe lo haga…Y entiendo, además, que el PP es tooooonto…

Por eso, ya estaba tardando este impresentable en salir a la luz pública para proclamar sus (en este caso escatológicas y pestilentes) soflamas y ha escogido tal día como hoy que es muy dado a arremeter contra todo lo que huela a patria, a religión , y a gesta colombina…Como si los ingleses hubieran conquistado Norteamérica sin llevar su fe, y donde  les encantan tener a sus hijos en clínicas caras, de capital y técnica israelíes, y que le den muchos premios Óscar, de los que los Goya son un puritito remedo, pero a los que asisten sin corbata, tremendo hecho diferenciador.

Pero nada, volverán a ser contratados y subvencionados. Y a seguir cagándose en lo que les dé la real (perdón, republicana) gana… Y en la Virgen del Pilar, que a ver qué es lo que les habrá hecho la pobre que desde que señalaron el día, su día, como Fiesta Nacional, ha pasado a un muy segundo plano en los informativos del día.

Yo, después de recomendarle al inconmensurable actor Willy Toledo que se tome un Tanaget cada ocho horas, arroz blanco y un perito rallado para su preocupante incontinencia anal, y que pidiera perdón a toda una nación, a sus gentes de cualquier condición política…y le rezara un avemaría a Nuestra Señora del Pilar, que es Madre y seguro que no se lo tiene en cuenta, me voy a ver en diferido el desfile de esta mañana de Madrid, porque estuve en el de la Guardia Civil en Huelva y todavía no lo he visto. Y aún así, ya tengo los vellos de punta.

Pero si por casualidad, y como es previsible, no me hace ningún caso, yo en desagravio no tengo ningún problema en gritar ¡¡¡Viva España ¡!! ¡¡¡Viva el Rey!!! Y ¡¡¡Viva la Virgen del Pilar!!!


A ver si así se caga ya definitivamente y se deshidrata tanto que no se repone ni con un Acuarius tomado a buchitos… ¡Qué hartura de tontos! Y de cagones… 

domingo, 4 de octubre de 2015

Y TÚ, ¿A QUÉ VIENES?

D. José Peguero Ortiz, grandísimo cofrade onubense ya tristemente desaparecido, cuando alguien se empezaba a interesar por ocupar algún cargo en los gobiernos de las hermandades de sus dos grandes devociones, la Virgen de la Victoria y la Virgen de la Cinta, siempre les preguntaba con socarronería y retranca de hombre curtido en mil batallas cofrades, que como todo el mundo sabe son las más cruentas: “Y tú, a qué vienes, a trabajar o a poner dinero? Sin rodeos. Así de directo. Así de claro.

Si viviera hoy Pepe Peguero, no sé las respuestas que obtendría a su incisiva pregunta. Porque, visto lo visto, hoy, no digo de a ser servidos, pero, ¿a qué venimos a las cofradías, a servirlas o a servirnos de ellas?

Los que crecimos en tiempos de estrecheces para las cofradías tenemos muy desarrollado eso que un amigo mío ha dado en llamar “El Espíritu de Recogimiento”, todo lo que podíamos “recoger” fuera, lo llevábamos a la hermandad, y no al revés. Había quienes llegaban a la hermandad cargado con lo “recogido” y salía con las manos vacías. Pero con el alma llena.

Todo lo que se pudiera aportar, bueno era. Desde los folios de la oficina de tu trabajo escritos por detrás para hacer los paquetes del dinero del cepillo, hasta los paños de quirófanos del Agromán (hoy del Juan Ramón Jiménez o Infanta Elena) para limpiar la plata (y mira que son buenos); desde arramplar con cuatro sillas viejas sobrantes de cualquier mudanza, hasta los palés de una nevera que había en un contenedor. A todo se le sacaba partido. Economía de subsistencia, creo que se le llama.

Cada uno aportaba según podía. Recuerdo al propietario de un bar que colaboraba con su hermandad con los terrones de azúcar del café para echarlos al agua de las flores porque así decían que duraban más. ¿Cuántas circulares de hermandades no habrán hecho las fotocopiadoras de ciertos centros oficiales con la eximente de que quién roba a un ladrón tiene cien años de perdón?

Antes, y sin que tu mujer se enterara, se distraía dinero (y más cosas) de casa para llevarlas a la hermandad. Pero ahora, parece ser que ocurre lo contrario.

Todos hemos conocido a alguien que asegura no poder pagar los cinco euros de una papeleta de sitio simbólica. Y te lo dice con un cubata en copa de balón en la mano. Y al que se lleva un “puñaíto” de incienso, que como todo el mundo sabe está para alabar al Señor, a la Virgen y a los santos, y no para ambientar una tertulia jartible ni el comedor de un Friki, para eso está el Ambipur…

Antes, cuando había alguna convivencia (o “combebencia”), la gente aportaba algo para comer, (o beber). Hoy salimos de la casa hermandad con los túpers (antes fiambreras) llenos con lo que ha sobrado del catering carísimo que ha pagado la hermandad con todo el dolor del corazón del mayordomo (antes tesorero), “total, si se va a quedar ahí…”

O el que se lleva las flores del paso para un enfermo, que a saber cómo andaría de salud el que las trajo y encima costándole el dinero.

Bien está que se invite a comer al vestidor que no es hermano (otra cosa es que acepte), al predicador de turno, al que haya hecho altruistamente algo por la hermandad… Pero que se apunte el prioste, la mujer y los niños, para que cuando lleguen a casa se tomen un vasito de leche y a la cama…

Hoy hay que ver la de gente que acompaña al homenajeado cuando la convidá corre a cargo de la hermandad, y lo solo que se ve el hermano mayor cuando hay que pagar lo tuyo y encima la parte proporcional del invitado.

O el que se lleva los carteles y los boletines a espuertas, que tiene que tener el altillo del ropero con más fondos que los sótanos del Museo del Prado y que si tuvieran que pagar cada cartel a cincuenta céntimos para la bolsa de caridad, no se llevaría ninguno.

Y así podríamos seguir hasta el infinito, y más allá. Puede parecer un discurso prosaico, nimieces, “pecatas minutas”. Pero es significativo de la actitud de muchos arrimados al gañote de las cofradías que contrasta con aquellos cofrades que pusieron en riesgo (y algunos hasta lo perdieron) su patrimonio para favorecer a su hermandad en tiempos de penuria, y que a lo mejor no sería digno de aplauso, pero habla mucho de la diferencia de criterio.

¿Dónde están esos cofrades que te metían en el bolsillo de la chaqueta el día de la función unos cuantos billetes casi sin que te dieras cuenta, y mirando para otro lado te decían que le compraras algo a la Virgen, sin comprobantes, sin facturas, porque sabían que si faltaba algo para comprarle aquella blonda que te encandiló en la vitrina de aquel anticuario, o en el escaparate de Velasco, lo pondrías tú u otra víctima de alguna “puñalá” cofrade , y que si sobraba, lo emplearías en cuatro caja de alfileres.

Existieron, tuve la suerte de conocerlos, de vivir el desvelo de ellos por su hermandad. Fui testigo de su altruismo. Unos con sobrada economía doméstica; otros, no con tanta.

Cierta vez, una señora, devota y cofrade, al bajarse de un medio de transporte, sufrió un traspié con su consiguiente caída, lesionándose sin gravedad. Pero se animó y denunció a la empresa ganando el pleito. La indemnización que recibió tiene forma de peana de plata donde se asienta durante todo el año una gran devoción de Huelva, ¿creen ustedes posible hoy algo así?


Y está claro que en la actualidad se bordan sayas, se tallan pasos, se consiguen cosas gracias al desprendimiento de mucha gente. Pero me da a mí que hay más de lo primero, de cofrades que no sabrían, o no podrían contestar a la lapidaria pregunta del recordado Pepe Peguero y aclarar a qué venimos a las cofradías. Porque lo de venir buscando fama, notoriedad, sobresalir en esta aletargada sociedad onubense, merecería un artículo a parte, y mucho más largo…Otra vez será.

viernes, 31 de julio de 2015

EN LA ESQUINA DE LA MEMORIA


Al Gran Poder de Isla Cristina, en el 75 aniversario de su llegada a La Higuerita.



Hoy te voy a esperar en la esquina de la memoria, en la casa que ya no existe, en la ventana que ya no está. Hoy te quiero esperar junto a los que ya se marcharon junto a ti, pero que de alguna manera también vendrán conmigo. Hoy voy a reencontrarme, después de más de cincuenta años, con el Señor del Gran Poder en las calle de Isla Cristina.

 Te veré pasar, como aquella única vez, enmarcado en la ventana abierta de mis recuerdos. Veré verte venir por la vieja calle de la Ermita, la que hoy lleva tu nombre, y volveré a sentir en pleno verano el frío de aquella lejana Madrugada helándome el rostro, un rato antes cálido de almohada y alcoba, en ese duermevela que muestran las imágenes de la infancia tras una cortina de brumas.

Te veré llegar, Cristo moreno de bronce, oliendo a marea y caminando sobre el empedrado de charol negro de la calle por el relente de aquella noche de primavera; luego, atajando por la calle de las Flores, te seguiré por el itinerario de mis recuerdos por la calle Carmen  camino del viejo mercado, ¿o ibas camino de la lonja? ¡Ay, la edad! que no perdona...

Pero seguro que te veré llegar otra vez a plena luz del día, disipada las brumas de la noche, ya de recogida, cuando las mujeres que caminaron detrás de ti, lanzaban hasta el monte de tu paso las velas, casi consumidas durante la procesión y cuyas llamas habían protegido del aire, a veces viento inclemente, con guardabrisas de papel de plata, o de periódico...Otra vez la memoria...

Pero seguro que al verte pasar, Señor de redes, vendrán enganchados en la última cantonera de tu cruz, como rodando en la orilla de los recuerdos toda la Isla Cristina que guardo en el corazón como un tesoro, querido y celosamente mío.

Así, Gran Poder de mis ancestros, al verte pasar me veré otra vez de niño camino de la playa a la sombra de las eucaliptos del Plantío, o jugando en el tablero cuadriculado, blanco y nácar, de las salinas.
 Oigo el estruendo de las sirenas de los barcos engalanados en el día del Carmen. Y oigo también el tronar de las tormentas en noches de temporal, seguido de una jaculatoria a la Virgen por los que faenaban en esos momentos.

Vuelven a mí el sabor de los dulces de Pavón, y el de las cocas hechas en casa y llevadas a cocer a la panadería casi de madrugada, cuando salían del horno el pan del día. O el sabor del vino dulce del casino de los pobres. Y cantaré entre dientes el viejo pasodoble que te define: Isla Cristina, qué hermosa eres.

Aletean por mi mente, como gaviotas por el zapar, coplas de carnaval en el teatro de Félix, y una murga parada en la esquina de la calle España el día de la cabalgata; y la procesión del Rosario suspendida por la lluvia; los viajes en la Cachonda para coger el tren;  los baños, negros de fango en el río Carreras;  las excursiones a Pozo del Camino, como quien iba de gira....

Pero de todos aquellos recuerdos, ninguno tan permanente ni tan querido como aquella primera y única vez que te vi en aquella Madrugada. Solo una vez, Señor. Porque sabes que a la misma hora que Tú lo haces por Isla Cristina, hay otro Jesús, Nazareno como Tú que carga con su cruz en Huelva, el que guía los pasos en mi vida.

 Fue solo una vez, la suficiente para que tu mano, junto con la de Carmen, mi abuela, abrieras las puertas de un mundo que luego sería "Mi Mundo", el mundo del amor por las cofradías, de la pasión por la Semana Santa.

Hoy vengo a darte las gracias, lejano Cristo de mi infancia, aunque siempre perennemente presente en mi memoria, y a pedirte que no sea la última vez que te pueda ver pasar por las calles de Isla Cristina, enseñoreándote de esa vieja y querida Higuerita, aunque ya no esté cuando pases ni la casa ni la ventana en la esquina de mi memoria, por donde entró de golpe el Gran Poder de Dios hecho imagen.

Ojalá que tu Madre Santísima me quiera otorgar esa Merced.

miércoles, 1 de julio de 2015

PUNTO DE INFLEXIÓN EN TRIANA



Conozco de la Hermandad Sacramental de la Esperanza de Triana lo mismo que cualquier cofrade medianamente informado. Sé del airoso andar de su paso de Cristo, de la exuberancia de las flores en su paso de palio, del "refregador" en el personal atuendo de la Virgen; del cariño hacia el vecino más antiguo del barrio, el Santísimo Cristo de las Tres Caídas; de la morena hermosura de una Esperanza que reta a otra Esperanza.

No estoy demasiado al tanto de lo bien, de lo mal o de lo regular que lo haya podido hacer la junta de gobierno que ha regido los destinos de la hermandad en estos últimos cuatro años. No tengo criterio para juzgar la labor que ha realizado su hermano mayor que ha optado a la reelección. No conozco la interioridad, el día a día, la realidad de esta popularísima hermandad y cofradía sevillana. Solo lo que leo y de vez en cuando veo.

Pero sí he estado al tanto del más que movido, áspero y mediático proceso electoral que acaba de vivir.

Nada hay que erosione más a una hermandad que unas elecciones con dos o más candidaturas. Nada que la denigre ni encanalle más. Ni siquiera la mala gestión de una junta de gobierno puede hacerle tanto daño. Harto estamos de oír y de comprobar cómo cada vez nos acercamos más a las formas, modas y costumbres de la depauperada clase política española, que tanto criticamos, a la hora de elegir junta de oficiales de gobierno: dípticos, presentaciones televisivas, presencia masiva en las redes sociales de Internet, eslóganes, acoso a los hermanos solicitando, casi comprometiendo su voto... Lo que acabamos de ver en la Esperanza de Triana ha sobrepasado los límites de la aberración. Hasta la muy sindicalista y antaño franquista forma de llevar a votar al personal en autobús, como borregos.

Por más que una de las parte no quisiera utilizar estas estrategias de marketing y propaganda, a veces plagadas de insulto, se ve arrastrada si la otra lo hace. Será signo de los tiempos, pero qué asco de tiempos.

¿Dónde queda ya el respeto, ese pacto tácito nunca escrito de permitir a un hermano mayor, por bueno, malo o mediocre que fuera, de presentarse a la reelección? La ambición, las prisas  por llegar (si éste tonto lo ha sido, ¿yo por qué yo no voy a ser hermano mayor?) el ser algo o alguien, se valga o no se valga, ciega la razón y se componen juntas de gobierno con lo primero que haya, nada importa, idoneidad o no, con tal de alcanzar la vara. Después, si se gana, ya veremos qué hacemos, siempre habrá algún tonto con las tardes libres que nos saque las castañas del fuego...

Pero parece que, con todo, puede que se haya producido un punto de inflexión. A pesar de todo, es como si los hermanos de la Esperanza hubieran querido castigar tanto despropósito rechazando a un candidato, al más mediático, al que sin haberse criado en las entrañas de la hermandad, sin haber pertenecido ni haberse formado en ninguna junta de gobierno aspiraba a hermano mayor. A quien entró en la cuadrilla de costaleros por la puerta de atrás, saltándose a la torera (nunca mejor dicho) una interminable lista de espera. Al que dijo que su imagen forjada en el papel cuché podría aportar mucho a la Esperanza (¿no sería al revés?¿qué falta le hará a la Esperanza de Triana la imagen de un famosete para ser lo que es?); al que dicen en los mentideros del viejo arrabal que se presentaba por despecho, por venganza, porque le mandaron quitar la jungla de árboles con el que quiso adornar la capilla de los Marineros para una de sus bodas...

Algo parece que está cambiando cuando se ha preferido la continuidad oficialista encabezada por un hombre de dentro, de los de siempre (y al que no tengo el gusto de conocer) al brillo engañoso de un nombre de colorín envuelto en el celofán de un apellido  mediático que nunca demostró nada. Solo por el hecho de ser popular.

Puede que lo sucedido en la calle Pureza, según muchos contra todo pronóstico (yo no lo creo así, hay testigos de que siempre confié en la cordura de la hermandad), haya alertado a las cofradías de que cualquiera que salga en los programas del hígado quiera aspirar a hermano mayor. Sálvame , Señor, de esta tropa que es capaz de someter a una hermandad a un polígrafo, sea de Luxe o más corrientito.


Después de todo, y a tenor de los resultados de las elecciones, aún hay Esperanza. Y en Triana parece que mucha más. Que cunda el ejemplo.

domingo, 3 de mayo de 2015

VOY A JURAR BANDERA



Con la misma emoción, con la misma inquietud y con la misma ilusión, aunque quizás con mayor responsabilidad que aquella primera vez que la juré cuando tenía veintidós años; pero el sábado que viene, el día nueve de mayo de dos mil quince, voy, otra vez, a jurar bandera.

Quiero jurar bandera otra vez por convicción y en recuerdo de aquel tiempo, tan feliz en mi recuerdo, que viví a su sombra sirviendo a España en el cuerpo de Artillería.

Voy a renovar de esta manera mi compromiso de fidelidad a la misma bandera roja y gualda que juraron mi padre y mis abuelos, en presencia de mis hijos, a quienes he intentado transmitir el mismo amor por mi nación y por su historia, tantas veces gloriosa, alguna vez azarosa, y que sin cuyo conocimiento no se podría entender, para lo bueno y para lo malo, la España actual.
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Juro de nuevo bandera por encima de trasnochadas ideologías, alejado de cualquier connotación partidista o política, solo la idea de España, de esta España real, plural en lo cultural, rica en su variedad, la insular, la peninsular, la urbana, la rural, la Madre y también en algún momento la madrastra... La heroica, la inalcanzable España del Siglo de Oro; la que tomó el color en los pinceles de Velázquez, Murillo, Zurbarán; la de Dalí y Picasso; en la que escribieron su historia mojando sus plumas en oro, y a veces en sangre, Cervantes, Lope, Bécquer, Rosalía, los Machado, Lorca, Juan Ramón o Cernuda, Pemán o Alberti, la misma España de Blas de Otero  y de Muñoz Seca...

Una nación que dieron forma desde sus ancestros tantos y tan distintos pueblos, tantas culturas, cuya suma de todas la hicieron una vez noble, valiente, independiente, atrevida e indómita.

Juro la bandera de España plural, sí, no de pensamiento único; pero que sueño única y unida siendo fiel a Ella misma y a su mejor historia.

Juro como católico, en el respeto a todas las demás religiones, pero queriendo defender las raíces cristianas que cimentaron una patria que tantos doctores, santos y mártires ha dado a nuestra Santa Madre la Iglesia y rogando a la Inmaculada Concepción, Patrona de España, nos mantenga siempre en nuestra misma fe.

Quiero con este gesto de besar la bandera ratificar mi filial devoción a la nación, aunque la sepa ingrata, la que se vanagloria de pagar peor a sus más fieles, la que parece ancestralmente empecinada en autodestruirse, la que se recrea en cantos de sirenas y desoye la voz de su propia grandeza; donde sale gratuito insultarla, la que permite que una actriz de tercera, o un poeta de primera, o a cualquier antisistema que vive del sistema, amparados en la misma libertad constitucional que ella les ofrece, puedan ultrajar a su bandera, acallar con gritos su himno y hasta despreciar a su mismísimo jefe del estado, al rey de España.

 La bandera de una nación que se deja ningunear por cualquier dictadorzuelo hispanoamericano. Y sin rechistar. La que siendo parte y fundamento de Europa, Europa la mira con recelo.

Quiero honrar a la misma bandera que sacamos con alegría y celeridad para celebrar cualquier triunfo deportivo, pero que luego nos avergüenza mostrar en otros momentos, los más.

Somos capaces de ponernos una camiseta con la bandera de otra nación, antes que con la nuestra.

Juro bandera y la juro aquí, en Huelva, en mi tierra, cerca  de la misma orilla y bajo el mismo cielo que un día viera partir las tres carabelas hacia tierras desconocidas y cuya gesta le daría a España la gloria de ser un imperio hasta entonces desconocido. Nación de naciones, Madre Patria, la que fue respetada en todo el orbe y temida por el enemigo; la que abrió caminos, la que llevó nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra a fe a un Nuevo Mundo.

Quiero honrar a mi nación representada en su bandera, aunque a algunos, o a muchos, le pueda parecer un gesto decadente, desfasado, antiguo, cuando en realidad no hay nada más nuevo que renovar, rejuvenecer el amor y el respeto por lo que se quiere, España.

 Quiero sencillamente rendir un homenaje a este suelo y a este cielo que nos vio nacer, sin querer convencer a nadie, sin intentar que nadie se enganche a mi banderín; quiero unirme a los que habiendo nacido en ella o los que naciendo lejos se sienten hijos de una misma España  unidos bajo la misma bandera, sangre y oro, que nos abraza.

Hoy, como hace ya treinta y tres años, besando la enseña nacional diré lo mismo que entonces dije, y poniendo a Dios Nuestro Señor por testigo: Sí juro. Espero que algún día me lo premie y nunca me lo demande.


Y que me tachen de lo que quieran. ¡Viva España!

martes, 21 de abril de 2015

LA PIEL DEL MAR


"Dónde está , Señor, la Justicia de los que esperan, de los que mueren por llegar al norte, los ahogados de cansancio, los que no tienen padre, ni madre, ni patria, ni casa, ni silla para sentarse, los que no tienen familia, los que no tienen ni tumba? Si levantamos la piel del mar, veremos muchos de ellos allá abajo"
                                                        
                                           CARLOS HERRERA CRUSSENT
                                                    
                                            (De su pregón de Semana Santa)

Lo que está pasando con la inmigración en el mar Mediterráneo es, efectivamente, para que se nos caiga la cara de vergüenza a la Humanidad entera. Estos miles de muertes gratuitas, día sí y día también, es para hacer sonrojar a cualquiera, para ablandar hasta el corazón más duro, si es que no se es político, claro, que entonces lo que se tendría dura sería la cara.
Porque lo que más sonroja y más vergüenza da es leer o escuchar las declaraciones de los dirigentes de los organismos internacionales. Para vomitar.

Resulta que la ONU, por poner un ejemplo meridianamente claro de insolvencia manifiesta, insta a Europa a que ponga fin a esta sangría humana. Y Europa, que sigue mirando para otro lado, corre la bola a Italia y a España. ¿Y ellos, la ONU, entonces para qué están? ¿Alguien me dice si esta organización ha servido alguna vez para algo serio?¿Ha sabido o podido acabar con alguna dictadura en el mundo? ¿Ha parado alguna guerra con sus Geyperman azules? ¿Para qué tener tantos embajadores de buena voluntad, normalmente artista progresistas, solidarísimos, que se hacen la foto en África con ropa (con look) de safari con un montón de negritos alrededor, en un descarado postureo mediático?

A ver si se deja de reunir urgentemente a la mesa de gobierno y a hacer declaraciones que ya nos sabemos de memoria y actúa sobre el origen del problema, desde su raíz, acabando con las mafias que se lucran con estas muertes, sobre los gobiernos, normalmente corruptos, que les importa un bledo lo que le pueda pasar a sus ciudadanos, y sobre los estados islamistas que al imponer el terror como forma de gobierno hacen que se huya en estampida buscando la libertad en Europa en un camino sin escapatoria que los llevan del hambre,  del miedo a la muerte, a la muerte segura.

Aquí, hasta ahora, el único que ha tenido estolones para llamar a las cosas por su nombre ha sido el papa Francisco, que no ha tenido complejo ninguno en denunciar esta masacre y decir que esto es una vergüenza para la Humanidad (y que lo de Armenia fue un genocidio).

Y en esas deberíamos estar, avergonzados como seres humanos viendo cómo mueren, ahí al lado, cerca de nuestras playas llenas de turistas, tantos seres humanos...y viendo cómo se va desecando el mar a base de cadáveres.


Y la ONU con Europa  jugando al "tú la llevas". Qué pena.

jueves, 16 de abril de 2015

LOS FLISCORNOS DEL APOCALIPSIS


No sabía yo que hubiera un CIS por lo cofrade, o mejor dicho un CISYC, que traducido resultaría Centro de Estudio Sociológico y Cofrade. Más que nada lo digo a tenor de la cantidad de encuestas, resúmenes y valoraciones de todo tipo que han ido apareciendo en los medios de comunicación, más concretamente en la prensa morada, en toooooda la prensa morada, en periódicos de derechas, de izquierdas y mixtos jilgueros.

 En cuanto las sillas de la carrera oficial se fueron cerrando tras el paso de la Soledad, han ido apareciendo en cascada, en tropel, a fila de tres en fondo, las más sesudas encuestas sobre la Semana Santa. Y con tal prontitud que no parece más que estuvieran escritas antes del Viernes de Dolores, por lo menos.

 Es como si hubiera un Sigma Dos, una Metoscopia en versión cofrade, una Capiroscopia personalizada para nosotros solos donde se preguntara al capilliteo militante cuestiones tan agudas como cuál ha sido el paso que mejor iba de flores, cuál la Virgen mejor vestida, cuál la mejor banda de música....Como si esto fuera un concurso, con argumentos más propios de tertulias de barras de bar  alrededor de un plato de habas enzapatás, o de internet.
  
Y, además,¿por qué se han quedado solo en éstas? Ya puestos, podríamos hacer otras encuestas. Un suponé, una encuesta para la elección de Miss Cofrade de entre las nazarenas que a cara descubierta, melena al viento y con el capirote debajo del brazo, como un ramo de flores, han paseado su belleza dando capazos por calles y plazas sin ningún pudor. O elegir a Mister Macizo, al costalero que, con el costal calado hasta la nariz, haya hecho la corría desde el Domingo de Ramos hasta el de Resurrección. O una encuesta para otorgar La Pipa de Oro (qué malamente suena esto) al titular del palco donde más y con más fruición se haya consumido esta, al parecer, tan deliciosa (y barata) semilla del girasol, y a quien más lejos y con más fuerza haya escupido las cáscaras, con mención especial si ha logrado alcanzar los respiraderos de algún paso. O quizás cuál ha sido el capataz que para levantar el paso haya hecho el pregón más ripioso (Manolo Santiago  hay, hubo y habrá solo uno). O cuál ha sido el más virtuosísimo vestidor que le haya puesto a la Virgen más vueltas de encajes utilizando más kilos de alfileres. O esa saeta que empieza por seguiriyas, sigue por martinetes y termina por peteneras. Es decir, media hora el paso arriao.  Qué sé yo...

Porque luego, estos mismos que publican esas encuestas se extrañarán de que la Semana Santa camine, o mejor dicho, se despeñe a velocidad de vértigo en el vacío de una fiesta totalmente mercantilizada, donde las más de las veces, por lo menos aparentemente, Dios no está ni se le espera.

Discutimos nimiedades, minutos de paso por Carrera Oficial; nos pegamos codazos por ir en la presidencia de los pasos (algunas presidencias forman ya auténticos tramos); nos enfrascamos en luchas de poder como si nos fuera la vida en ello, imitando y haciendo nuestro lo peor de la política. Cada vez vemos más gente vestida de calle delante de los pasos, y cada vez menos detrás de promesa. Pretendemos arreglar la paja en el ojo de una cofradía ajena y no vemos la viga en el ojo de la nuestra. Salimos a ver cofradías como un espectáculo,  por eso muchas crónicas del día después parecen críticas teatrales, solo nos fijamos en el papel de celofán.  

Por eso, más que un CISYC, urge la creación  de un CIC, un Centro de Investigaciones Cofrade que pudiera aclarar tantas cosas que afectan a nuestra Semana Mayor y que la están deformando de tal manera y a tal velocidad que en ciertas ocasiones cuesta reconocerla. Y no quiero dar la impresión de tener una visión catastrófica de la Semana Santa, pero la realidad es la que es. Aquí, en Huelva, todavía podemos salvarnos, aún no han sonado las trompetas (ni las cornetas, ni los fliscornos) del Apocalipsis. Pero en otros sitios cada vez lo tienen más difícil.

 Por eso a ver si el CIC investiga, por ejemplo, ¿por qué los mismos que no guardan silencio, esos niñatos y no tan niñatos, tanto pijos como canis, que no se callan ni debajo del agua al pasar un paso de cristo después mandan callar para escuchar la banda que lo acompaña?¿Por qué lleva más gente grabando con móviles detrás una banda que un paso? ¿O por qué las procesiones se están pareciendo cada vez más a una romería, solo que con la gente vestidas de chaqueta, en vez de corto, pero con la misma Cruzcampo en la mano? ¿Por qué solo se visten de nazarenos los niños, por qué a un tío de treinta años le molesta el cartón del morrión en la cabeza y no le molesta el costal?¿Es necesario que a los nazarenos adultos le acompañe media familia en animada charla, se van a perder?¿Es normal que hayamos visto un servicio de catering en los palcos, se habrá visto catetería más grande? Y así hasta el infinito; y más allá. Mira si tiene trabajo el CIC. ¿Será por hacer encuestas?

No es que sea responsabilidad de la prensa eso que parece estar pidiendo a gritos nuestra Semana Santa:  FORMACIÓN Y EDUCACIÓN.

 Pero si en vez de gastar energías en preguntar lo obvio, y que es además tan subjetivo, "¿quién será el sabio que entienda estas cosas, el prudente que lo sepa?" (Oseas 14:9) y  se empleara en crear una corriente  de opinión favorable a corregir estos vicios seguro que haría un gran servicio.

Urge la formación, sí. Sobre todo ante ciertos comportamientos  que hemos visto más veces de las deseadas en algunos nazarenos. Y para arreglar esto no hace falta aprenderse de memoria el Catecismo de Ripalda (qué bonito), ni hacer ningún cursillo, ni celebrar Misiones Populares. Solo tener un poco de sentido común y saber que al ponernos la túnica adquirimos ciertos deberes. Concienciarnos de que la colaboración en el orden y la compostura contribuyen a la credibilidad de nuestra manifestación de fe  y al esplendor de la cofradía en la calle.

Pero no se puede esperar mucho cuando hay hermandades (literal) que dan de alta a sus nuevos miembros sin exigir tan siquiera la Fe de Bautismo (como para exigirles una mínima catequesis), que la pela es la pela; cuando muchos hermanos salen por primera vez sin que antes hayan mantenido con nadie ninguna reunión donde se les indique qué es esto de vestirse de nazareno; cuando ya ni en el dorso de la papeleta de sitio vienen las normas de comportamiento. Y si vienen nadie las lee. Porque nos interesa más la cantidad que la calidad.

Y lo de la educación, batalla perdida pongamos como nos pongamos. Eso solo tiene solución con lo que se aprenda en casa, y en la reforma de la reforma de la contrarreforma de la ley de la Logse.


Qué buena ocasión para debatir este fin de semana en Málaga, en las I Jornadas Andaluzas de Comunicación Cofrade, y dejarnos ya de encuestas donde la respuesta, pregunte lo que se pregunte sobre cualquier aspecto de las cofradías, capataces, flores, bandas, estrenos..., siempre será la misma: La mejor, la mía. O sea, la de cada uno. ¿Para qué perder el tiempo?

viernes, 10 de abril de 2015

EL ELOGIO DE LA LOCURA



Hoy hace una semana. Sonaban las campanas en el mediodía desde la torre de la Concepción. Era la hora del Ángelus. El paso de palio, azul y oro, blanco y plata, de María Santísima de la Amargura apuraba los últimos minutos de una emotiva, larga y espléndida Madrugá.

La Banda de Música de las Mercedes de Bollullos  enlazaba la marcha Triana de Esperanza con el estribillo de Pasan los Campanilleros en el preciso y precioso instante en que caían, como llovidos del cielo (y esta lluvia sí que nos gusta) un torrente de pétalos de flores, una interminable cascada de colores sobre la Virgen, mecida, alzada en el aire de la mañana como una bandera de devoción en una valiente y eterna chicotá; poderosa, sublime, gloriosa...

En la puerta de la iglesia los últimos nazarenos, con los ojos fijos en la trasera del paso dispuesto para la recogida, se resistían a entrar en el templo, nadie se quería perder el momento único, radiante de sol, brillante de luz, de la despedida de la Amargura. Momentos tan de Ella, tan nuestros, tan de cada mediodía de Viernes Santo en Huelva...Tan de su hermandad.

Uno de esos nazarenos, logrando zafarse del gentío que acompañaba a la Virgen hasta su casa, entra por fin en la parroquia quitándose el antifaz y refiriéndose a la cuadrilla de costaleros de la Amargura exclamó sin dirigirse a nadie, como si hablase consigo mismo en voz alta: "Estos tíos están locos".

Y es que no hay definición más exacta ni puede haber elogio mejor. Nunca nadie dijo ni proclamó una alabanza mayor ni más certera a los costaleros que tienen la dicha y la gloria de llevar a la Virgen de la Amargura.

Porque decidme si no es reflejo de una locura de amor, mil veces demostrada a la Reina de la Madrugá, lo que derrocháis cada Viernes Santo. Decidme cómo llamaríamos al pundonor y a la vergüenza torera de la que siempre hacéis gala para honrar de esa manera a esta Celestial Capitana que hace que la llevéis a la recogida como si pesara menos que cuando salió. Cómo llamaríamos entonces a esa entrega sin medida debajo de sus trabajaderas: Sencillamente locura.

Porque hace falta ser artilleros de ley para bregar con la artillería pesada, en belleza y en kilos, del paso de la Amargura.

Si ya es casi una heroicidad salir en la Madrugá, luchar contra los elementos de la transgresión horaria, cuando el que más y el que menos lleva ya en el cuerpo el cansancio acumulado de una Semana Santa que empieza a terminarse, cuando una parte de ti busca el descanso pero vence la otra que te arrastra al esfuerzo, revestido de gozo, de meterte en la bodega de un galeón, y qué galeón, para que navegue por la ciudad en esa noche mágica, única, ancestral, aunque pocos sean realmente conscientes de su dureza, y más si se vive de costalero.

Pocos saben de los momentos de desaliento, cuando más pesan los silencios de la noche, que no la soledad. Incluso ante la indiferencia de los que en su legítimo derecho van a ver Semana Santa en otros lugares y pasan de puntillas sobre nuestra Madrugada, como si la ignoraran.

Si, como dijo el poeta refiriéndose a la Semana Santa "la vida es una semana", entonces la Madrugada es como la vida misma resumida en ocho horas de procesión, desde las cuatro de la mañana hasta el mediodía. La Madrugá nace  con expectación, como un niño, como una niña deseada. Pero pronto crece, sufre los avatares propios de la vida, caen los kilos, y se recrudece la pelea debajo del paso.

Pero en la más honda negrura de la noche, en la más profunda oscuridad, sabemos, y vosotros mejor que nadie, que la claridad nos espera en la Plaza XII de Octubre, en el Muelle, como decían los viejos de la hermandad, y que todo volverá a renacer con el clamor de la calle Marina, y en la Placeta, y en Méndez Núñez... Porque sois conscientes de que caminando bajo su manto azul se alcanza la recompensa, como cuando se acaba la vida y se alcanza el Cielo deseado, vosotros nos hacéis tocar el Cielo con las manos en una apoteósica recogida. Y como a todos nos gusta, con la desmesura que os caracteriza, como siempre la habéis entendido y sin ningún tipo de complejos. Por eso sois los elegidos.

Siempre he abominado de hacer distinciones entre las dos devociones, Cristo y Virgen, de una misma hermandad, de cualquier hermandad, donde ambos grupos se ignoran o incluso compiten en no sé qué absurda guerra, porque eso será lo que se quiera menos hermandad. Y nosotros pertenecemos a una donde la imagen del Señor acapara el fervor y la devoción mayoritaria no solo de la cofradía, sino de la ciudad entera. Por eso es mucho más meritorio vuestro trabajo.
Sois nazarenos  con la distinción especial de ser además costaleros de la  Amargura, como el mejor timbre de gloria, como un honrosísimo blasón de nobleza, ¿os parece éste poco título?


Quizá por eso no hace falta que llevéis ningún sobrenombre, ni deformar el hermoso nombre de la Virgen, y que incluso nos invita, como en el libro de Ruth, " a no la llamarla María, a llamarla mejor Amargura, porque su pena es profunda y amarga como el mar"... Y porque su bendito nombre de Amargura rima con locura, esa que le demostráis tener cada Madrugada de Viernes Santo bajo sus trabajaderas, obedientes a los golpes del dragón bajo el azul amparo de su manto, a esta Excelsa Reina de la Madrugá, a esta Celestial Señora del Alba. Y a saludarla como dice, canta y reza su himno: Salve, Amargura.

jueves, 12 de febrero de 2015

MEMORIA PREVIA DE UN VÍA+CRUCIS


Desde antes, desde mucho tiempo antes de que nadie hablara siquiera de los actos (muchos todavía ni sabían que la parroquia de la Purísima Concepción cumpliría 500 años en el 2015) ya la hermandad del Nazareno me consta y soy testigo de que albergaba la idea de ofrecer al Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad de Huelva la imagen del Señor para que presidiera el Vía+Crucis de Cuaresma.

Ya desde entonces en el seno de la corporación se gestaba que el rezo de este piadoso ejercicio por las calles de la ciudad, además de para celebrar la efeméride de la parroquia de la que El Señor  indudablemente es más que un referente devocional, sirviera también  para que la Hermandad se reencontrara con su propia historia entroncando con la celebración del quinto centenario de nuestro templo.

Mucho se pensó, muchos destinos e itinerarios se contemplaron, muchas ideas se barajaron hasta dar forma definitiva a la organización de este acto penitencial que celebramos anual y conjuntamente todas las cofradías de Huelva, con la pretensión de que ésta de 2015 estuviera a la altura  de anteriores ediciones, de impecable organización.

Pero fue, y sin él mismo saberlo, el señor presidente del Consejo de Hermandades y Cofradías el que aportara luz definitiva al proyecto final del Vía+Crucis a celebrar el próximo día 2 de marzo, segundo lunes de Cuaresma.

Toni González, en una entrevista emitida por televisión, aseguró que, a falta de un templo capaz, solo tres plazas públicas de nuestra geografía urbana eran idóneas para acoger adecuadamente el desarrollo del solemne acto: La Plaza de la Merced, la de las Monjas, y la de San Pedro. Ahí fue cuando la hermandad del Nazareno lo vio y lo tuvo  claro: El Señor volvería a la plaza de San Pedro.

Y decimos que Jesús Nazareno volverá (D.m.) a la Plaza de San Pedro porque hasta bien avanzado el siglo XIX era el destino habitual donde su hermandad realizaba la estación de penitencia. Es más, el punto culminante de la procesión en la madrugada de cada Viernes Santo tenía lugar allí, en ese emblemático lugar de Huelva, con el denominado Sermón del Paso.

La sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su itinerario de ida y vuelta a la parroquia Mayor de San Pedro, en la que entrará por amable invitación de su cura párroco y deseo del Consejo, se irá, como dijimos, reencontrando con su propia historia. A cada paso que dé irá renaciendo ante Él los recuerdos, volverá a florecer la memoria de un pasado que durante más de cuatrocientos años han forjado la realidad de esta señera, vigente y floreciente devoción.

El Señor pisará la misma calle que vio nacer a su hermandad en un lugar, que como tantas otras cosas en nuestra ciudad, es ya lamentablemente,  patrimonio del olvido. Reverdecerá el esplendor de la casa-palacio que fuera el hogar de una familia, la de los Trianes, que vivió por y para su hermandad, la que viendo que por los avatares de la historia y de la política la cofradía era exclaustrada de los muros del convento de los Mínimos de San Francisco de Paula, donde nació fundada por los duques de Medina Sidonia, le labra una capilla propia en la parroquia de la Concepción que andando el tiempo se convertiría en el centro de peregrinación de toda una ciudad que de continuo se postra ante Él.

 Al pasar por el Santo Ángel, donde encontró cobijo mientras se reconstruía su templo, El Nazareno volverá a sentir en la pátina de su piel el calor del fuego fratricida de una guerra que acabó con su carne de madera,  pero no con el espíritu de su devoción que volvió a anidar reencarnado en otra imagen hasta llegar a lo que es hoy.

Pasará junto a un monumento cuyas dos columnas hechas de historia y de fe, más que de alabastro, y que sostienen el triunfo de un dogma tan querido por los españoles que una cofradía, la del Silencio de Sevilla, hizo defensa del mismo con voto de sangre, y del que este año, vaya coincidencia, se celebra el cuatrocientos aniversario. Por este motivo la bandera blanca del Voto Concepcionista precederá el paso del Señor en el Vía+Crucis del Consejo, subrayando así el carácter concepcionista de la hermandad, el de su parroquia y el de toda Huelva.

Al pasar El Nazareno por el colegio de las Esclavas reverdecerá la memoria de un joven abogado que dirime su vocación ante Jesús Sacramentado y ante su sagrada imagen, el que luego fuera Cardenal Arzobispo de Sevilla, el Obispo Mendigo, y cuyas continuadoras de su obra, las Esclavas del Divino Corazón, serían, andando el tiempo, camareras honorarias del Señor.

También por eso, en la tarde del lunes dos de marzo, conmemoración de la muerte para este mundo de Sor Ángela de la Cruz, a los pies del Nazareno de la Concepción se dispondrán tres reliquias, además de las de la Santa sevillana, las del Beato Marcelo Espínola y las de D. Manuel González, las de este último por celebrarse el Vía+Crucis alrededor de la plaza que preside su monumento y por la especial vinculación del fundador de las Marías de los Sagrarios con la parroquia de San Pedro.

 Eso es lo que tienen las devociones con historia, que en ellas todo se reviste de sentido y de lógica. Eso tiene esta imagen de Jesús Nazareno, que como Sacerdote Eterno  hará de puente entre dos parroquias más que centenarias.

Pero al final de su itinerario, cuando el Nazareno suba a la altiva alcazaba de San Pedro y entre en la fortaleza de la Parroquia Mayor de Huelva, al fin y al cabo no hará otra cosa que buscar un preludio de palmas y hosannas, allí, donde todo comienza en el Domingo de Ramos con Cristo entrando en la Semana Santa sobre una borriquita. Desde allí va a recorrer los misterios de su pasión, muerte y su resurrección, pisando las huellas indelebles que cada Martes Santo Jesús de la Pasión deja grabadas a fuego, más que en el suelo, en el alma de la ciudad. Y será allí, por fin, donde encuentre la misma Resignación que los cofrades buscamos en la mirada perdida de una Virgen cuando todo acaba, cuando casi agoniza la semana más hermosa del año.

Solo es un Vía+Crucis, cierto. Solo es un acto penitencial como otros tantos, es verdad. Pero también es lógico que su hermandad se haya querido volcar en la organización por las especiales circunstancias que en este año concurren.

Sencillez y esplendor pretendidos; aún en el convencimiento de que todo lo que protagoniza el Nazareno se convierte en acontecimiento. Austeridad cuaresmal requerida en las formas; pero con visos de salida extraordinaria; ascetismo cofrade deseado para la celebración de un acto cuaresmal, pero  subrayados con el cálido fervor hacia Nuestro Padre Jesús Nazareno. Así se prepara; así se sueña el momento, sencillo, solemne, sincero...

 Quizá por eso Nuria Barrera pintara de esa forma su cartel para anunciar este especial evento, solo con el rostro del Nazareno, despojado de todo, exento de todo; pero con la grandeza de su mirada capaz de traspasar los lienzos; con las letras color sangre donde se intuye el perfil de la ciudad con las dos torres de los dos templos entre los que sucederá todo... y el Señor derramándose a chorreones sobre nosotros en los diversos morados de su túnica.

En estas coordenadas se enmarcará el Vía+Crucis. Esta es, groso modo, una hoja de ruta que Dios quiera que se sepa recorrer con humildad y con verdadera unción religiosa en esa tarde de Cuaresma.

Esta es la memoria previa de un Vía+Crucis que la hermandad de la Madrugá ofrece a los cofrades y al pueblo fiel de Huelva para que juntos conmemoremos, paso a paso, estación a estación, la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús Nazareno, en este tiempo morado con ribetes celestes por el aniversario de la parroquia de la Purísima Concepción onubense, primada en el Mundo con esta  gloriosa advocación y casa y morada de este Señor de la Historia que se perpetúa, siglo tras siglo, en la misma Historia de Huelva.