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miércoles, 3 de diciembre de 2014

EL JARAGÁN

De haberlo conocido y estudiado, Félix Rodríguez de la Fuente seguro que lo hubiera denominado científicamente como Homo Cofrade Inactivus, pero como no se dio el caso, lo llamaremos  con un nombre más corriente y al uso como es el de haragán. O mejor jaragán, que es más expresivo y contundente.

Este espécimen que toda la vida ha habitado y sigue habitando (no me digan que no) en las cofradías, no suele aparecer mucho por la hermandad, más bien poco, sobre todo en épocas de mucho trabajo, no vaya a ser que de rebote le toque hacer algo. Sin embargo, sí que se deja ver más, tampoco mucho más, en periodos de poca actividad en el almacén y en la casa de hermandad, siempre que la casa tenga barra de bar.

Este singular pájaro suele emigrar con frecuencia a parajes más tranquilos en el preciso momento que se empieza a sacar la plata de las vitrinas para preparar la salida o que haya que limpiarlas para volverlas a guardar. Missing.

Un muy serio estudio de la Universidad de Oklahoma en colaboración con la de Berkeley, ha llegado a la conclusión de que el jaragán sufre y padece una severa alergia congénita al Tardni Shiel, al Sidol , al Algodón Mágico y a la bayeta, aunque sea de esas de microfibra tan buenas que vende a un euro el Mercadona. La sola visión de una espátula para raspar la cera del suelo de la iglesia le produce tal reacción que hasta le salen sarpullidos por todo el cuerpo, a más de uno he visto yo al borde de un síncope, e incluso se ven cruelmente expuestos a un fallo multiorgánico de impredecibles consecuencias y que hace que el pobre tenga que marcharse, piam-piam, a su casa, muy a pesar suyo...Pero hijo, la salud es lo primero (y la Lanzada, los Estudiantes y Pasión, después).

Pero cuando este gandul sí que le da por aparecer, es por la iglesia en los días de montajes del altar de quinario, o de la armá de los pasos. Es que no falla. Puntual como un clavo.

La primera noche de montaje, hace su entrada después de la última misa de la tarde. Y nada más llegar, como si viniera de hacer el camino de Santiago, o el del Rocío, o de correr la maratón de Nueva York, coge el primer banco de la nave central, desde donde mejor se ve el altar mayor, y se sienta porque el pobre viene reventaíto. Pero se sienta doblando los codos para atrás, como si fuera a bailar los Pajaritos, los apoya en el respaldo dejándose caer, y poniendo los pies en el reclinatorio de delante, se arrellana en su asiento. Porque el muy flojo no se sienta, se desparrama en el banco. Muchas veces, de lo a gustito que está,  dan ganas de llevarle una cerveza fresquita y una platerita de aceitunas gordales...

Este Homo Cofrade Antecésor, antecesor del Homo Vagus y muy relacionado con el Homo Friki (del que ya hablaremos en otra ocasión) por su colosal indolencia es capaz de sacar de quicio y poner de los nervios al prioste más comedido, más reflexivo y al más prudente. Sobre todo cuando en pleno fragor de la batalla, cuando se está subiendo el dosel, o colocándose el respiradero (sí, ese que pesa más que un mal casamiento) en la grada más alta, cada vez más recostado en el banco, se pone a contar lo estupendo que ha estado esa misma tarde el concierto en el Gran Teatro de la banda estrella que está causando furor en el Top Ten de marchas cofradieras; o lo muy bien montada que está la exposición de estrenos que acaban de inaugurar, y a la que los priostes no han podido asistir (por más que quisieran) precisamente por estar absolutamente desbordados y entregados al trabajo de la hermandad.

¿A que es para estrangular al jaragán con la cuerda de subir el dosel, o darle en las costillas con la manigueta del respiradero, con borla incluida? Además, sin problema. Porque después de un buen acto de contrición bien explicado, el confesor seguro que lo consideraría pecado venial. Y en un juicio sumarísimo estoy convencido de que el caso quedaría sobreseído por enajenación mental transitoria del prioste. Su señoría lo entenderá. Es que no es para menos. Porque semejante indolencia no hay cristiano (ni Messi) que lo resista

Este imbécil suele tener cara de capullo, pero no se lo crean, es solo apariencia, porque es listo, muy, muy listo, listísimo. Lleva instalado en su cerebro una especie de microchip que le avisa con increíble precisión del momento de irse de la iglesia, demostrando una fabulosa habilidad para desaparecer haciendo mutis por el foro, despidiéndose a la francesa, con la misma facilidad que mis hijos se esfumaban, se desvanecían más bien, después de comer para no tener que quitar la mesa.

Ese momento ocurre normalmente cuando ya el trabajo está encarrilado (aunque queden muchas horas para terminarlo totalmente) y el hermano mayor o algún miembro de la junta se marcha ya y se despide del grupo de priostía. Es entonces cuando el inútil saca toda su sabiduría poniendo en marcha su maquiavélico plan de evasión. Y con la excusa de acompañarlo, porque le coge de camino, se levanta del banco, del que no se había movido en toda la noche ni para arrimar un candelero al altar, y se va con el hermano mayor, a ver si le saca una copita y para irle contando los últimos chismes de los que se ha enterado, porque a su condición de jaragán se le une también, con inusitada frecuencia, la condición de cotilla, porque es capaz de dar más noticias él solo en un minuto que la agencia Efe y la Reuters las dos juntas en todo el día.

Y así va pasando  este maula los días de una cuaresma cualquiera , de montaje en montaje sin dar un palo al agua, viendo ensayos  desde la acera comiendo pipas, sentado en un poyete (él fue costalero, pero en la segunda chicotá del primer ensayo dice que le dio un tirón en no sé qué vértebra y se retiró, y que desde entonces no coge más kilos que los suyos, que los de su cuerpo quiere decir, que no son pocos. Pero yo sé que lo largaron de la collá el fijador y el corriente de tercera por no coger un kilo, y por su desapego al jabón y a la colonia).

También dice pertenecer a la Tertulia Cofrade Virgen de la Cinta, pero no la Chiquita, no; sino la del muro, que está sentaíta y es mejor.
Fijarse ustedes, como diría Lopera, si el tío es perrángano, que dice que le tiene especial devoción a los apóstoles de la Oración en el Huerto. Claro, como van acostados y dormidos...Pero el colmo de los colmos del jaragán es que en más de una ocasión le he oído decir que el sitio que más le gusta para ver una cofradía es la calle de los Tumbaos. Conociéndolo, no me extraña ni mijita. ¿Con gente así como coño vamos a levantar cabeza en las cofradías?


Esta especie, que siempre ha existido, últimamente ha sufrido una mutación y se está convirtiendo en pandemia, afectando de forma especial y con más fuerza a los jóvenes, a los que propongo que antes de ingresar en el grupo de priostía se les sometieran a la prueba de fuerza de subir al paso en tres minutos una tanda de candelería  (si son de fundición se les permitiría hasta cinco minutos) y si salen indemnes del terrible trance ya serán inmunes a este peligrosísimo virus que está diezmando severamente la tradicional capacidad de trabajo de muchos priostes... Y con la resistencia de sus repectivos sistemas nerviosos para soportar en los montajes la ineficacia y las impertinencias de algún que otro "ayudante", más jaragán que un choco.  

domingo, 16 de noviembre de 2014

EL TIEMPO ENTRE DOS CORONAS



Escribo esto, Reina y Madre del Polvorín, en la celebración de setenta y cinco aniversario de la fundación de tu hermandad, y para saldar una vieja deuda que tenía contraída, primero contigo, Señora; y con otra señora, amiga del alma, que nació un Miércoles Santo justamente cuando  regresabas de tu triunfal procesión por las calles de Huelva y en el mismo instante que entrabas en el templo, y que por eso lleva tu bendito nombre, Victoria.

A Ti, a tu hermandad, a toda Huelva: Feliz aniversario.

EL  TIEMPO  ENTRE  DOS  CORONAS                 

Dicen que el tiempo es el espacio entre dos recuerdos. Si es así, qué pronto ha pasado el tiempo...Y qué pronto ha pasado la vida.
Dos instantes, dos momentos, dos cortes en la línea de sucesión de los días anclados en la memoria. Y marcados por una misma sonrisa y por una misma mirada que desandando el tiempo me hacen regresar a un ayer, quizás demasiado lejano. 

Llovía. En la desapacible tarde de aquel veintitrés de diciembre, de no recuerdo qué año, algo distinto sucedía en la Iglesia del Sagrado corazón de Jesús. Como cada víspera de Nochebuena, la Sagrada Imagen de La Santísima Virgen de la Victoria había sido descendida de su altar para su anual besamanos. Vestía la saya de tisú de Esperanza Elena Caro, manto celeste brocado en oro y una toca dorada. Se mostraba como siempre, radiante, sublime perfecta. Pero algo le faltaba: no llevaba corona.

A un lado del presbiterio de su capilla, sobre una mesita vestida de damasco rojo, recostada sobre un cojín de terciopelo, una corona nueva aguardaba para después de ser bendecida e inciensada, serle impuesta a la Virgen del Polvorín. Acto seguido, después de aquella íntima e inesperada coronación en aquella tarde del incipiente invierno, al besarle la mano por primera vez, un niño que empezaba a sumergirse  en el mundo de las cofradías quedó impresionado por los ojos y la sonrisa de aquella Virgen, en ese difícil equilibrio de dolor y sonrisa en el inmaculado rostro de la Virgen de la Victoria.  

Porque la Reina del Polvorín sonríe más con los ojos que con la boca. A la Virgen de la Victoria le penetra por los ojos, vivos de cal negra, todo el dolor de la Humanidad y, una vez tamizado en el crisol de su Divino Corazón, nos lo devuelve en el céfiro suave de una sonrisa esbozada entre el rubí de sus labios, como dos pétalos de coral rojo.

Y permaneciendo inalterables, esa mirada, esa sonrisa, se eternizan en el reloj sin agujas que marca los días de la historia de Huelva. Mide el devenir de nuestras vidas, minuto a minuto, gota a gota, con el reloj de cera que se derrite y se congela en la candelería de su portentoso paso de palio, donde el tiempo se licua y se solidifica al ritmo de la mecida de sus bambalinas, del cimbreo de sus varales, como doce alabardas que custodian la celestial realeza de su señorío, en el alcázar-fortaleza de su paso de palio.

Por eso, cuando cada tarde de Miércoles Santo la Victoria avanza para reconquistar el corazón de la ciudad, cuando se nos adentra por un sendero de calas, por una alameda que nos lleva y nos trae a la gloria como en el mejor cante de ida y vuelta, parece que viniera retándonos, pidiendo guerra con la hermosura de su rostro, dejándonos heridos en el corazón con la munición más poderosa que guarda el inmenso Polvorín de su belleza entre el fuego cruzado del destello cristalino de sus alhajas: su mirada y su sonrisa.

Pero el tiempo pasa rápido, demasiado rápido. Aunque parezca que fue ayer desde que aquel niño quedara asombrado al besar por primera vez la mano de la Virgen de la Victoria hasta que otra tarde volviera a marcarle, esta vez en el corazón y para siempre, ha pasado mucho tiempo, demasiado tiempo...

Llovía otra vez como en aquella lejana tarde de diciembre. Pero esta vez, en mayo. Dentro de la parroquia de la Purísima Concepción, una mezcla de ansiedad, de temor y al mismo tiempo de confianza, retenía en el templo a la Virgen de la Victoria. Fuera, la ciudad se impacientaba por llevarla hasta el altar donde se coronaría canónicamente. Cuando el sol apareció y llamó a la puerta de la iglesia abriéndola de par en par, el cielo de Huelva, que ese cinco de mayo tuvo después el mismo color que tiene el cielo del Barrio Obrero cada tarde de Miércoles Santo, el mismo color de ese mar de antifaces azulinas que la preceden, le dibujó en el espacio un arco iris triunfal, que le recordara al arco Reina Victoria.
Fue entonces cuando antes de salir camino de la Plaza del Ayuntamiento, la Virgen de la Victoria giró su paso de palio y miró a Nuestro Padre Jesús Nazareno con la misma sonrisa que muchos años atrás había mirado a aquel niño. Y de golpe, el tiempo se hizo nada y se hizo eterno.

Y como no hay mejor homenaje para un hijo que el que se le haga a su Padre, esa mirada al Señor en el día de su multitudinaria coronación canónica se fundió en la memoria, como en un largo abrazo de años, con la de aquella otra íntima en aquel remoto invierno, cerrando un paréntesis de un tiempo entre dos coronas  donde la Semana Santa de Huelva ha ido  creciendo y modelándose al amparo de su mirada, alentada por el aire suave, casi de brisa marina, de su misteriosa sonrisa.

Quien no lo haya visto, quien no haya tenido la dicha de sentir alguna vez en sus propios ojos esa sonrisa y esa mirada, que vaya a verla en el último amanecer de este mes de noviembre, cuando salga de su templo  con las luces del alba...Del alba que anuncia su  Eterna Victoria.


martes, 30 de septiembre de 2014

JARDINEROS DE LA ESPERANZA



Se equivocó el poeta cuando afirmaba que "jamás durará una flor dos primaveras". Es evidente que no conocería a la Virgen de la Esperanza. Porque ahí está La Bendita Rosa de San Francisco con setenta y cinco primaveras tan hermosa, tan lozana y tan fragante como el primer día. Su radiante esplendor permanece inalterable con los años porque el tiempo en Ella es solo el testigo, el patrón de oro iridiado con el que aquí, en la Tierra de María Santísima, medimos la belleza de la Madre de Dios.

En un principio, hace más de un siglo, las viejas raíces de la Hermandad de San Francisco, que ni el fuego de una cruenta Guerra Civil logró destruir,  alimentaron con fuerza el dramático llanto en la inmensidad de los ojos de aquella inolvidable Virgen del Mayor Dolor. Pero  pronto supieron elaborar una renovada savia que haría florecer para siempre una nueva y definitiva Esperanza. Y desde que brotara esta Bendita Flor hace ahora setenta y cinco años, Huelva sostiene con Ella desde entonces una eterna e imperecedera alianza de amor, devoción y cariño.

Y para conmemorar tan jubiloso aniversario, este incipiente otoño de luz recién vendimiada se tornará plena y florida primavera, tiempo de Esperanza regalado, Adviento extraordinario, Miércoles Santo recreado.

 Por ti, solo por ti, octubre se hará abril. En cuanto tu palio cruce el dintel de tu templo, la fragancia de canela nueva, de manzana verde, como el color de tu manto, y de brisa salina que te adorna, inundará nuestras calles con su mejor perfume, equidistante, a medio camino, entre los jazmines y damas de noche del varano y los pensamientos y crisantemos de noviembre. En definitiva, volverá a florecer, como desde hace tres cuartos de siglo, La Flor de San Francisco. Y es que en todo este tiempo la Virgen de la Esperanza siempre tuvo muy buenos jardineros.

Por eso, para que nada extrañes, para que nada ni a nadie eches de menos, en esta gloriosa y gozosa procesión del sábado en el día de San Francisco de Asís, Carmen Jurado ya está revisando la nómina de hermanos para que no falte nadie.

Por ti, Áncora Bendita de Salvación, en mitad de la calle Miguel Redondo, ecuador del sueño verde cada Miércoles Santo, Pepita Cuaresma trajina poniendo un foco con pantalla de aluminio para alumbrar, cuando pases, la vieja estampa en blanco y negro de tu perfil velado por una mantilla blanca.

Por ti, Esperanza Triunfadora, para cuajar de claveles rosa los costeros de tu paso, Ramón López vuelve a pedir las copas del Recreativo, como si fueran de plata de indias y estuvieran guardadas en las vitrinas de la sacristía mayor de la más rica catedral.

Por ti, Esperanza Marinera, Dios te Salve, D. Carlos anda buscando metáforas para mejorar la más perfecta definición que nadie haya hecho nunca de los ojos de la Virgen, cuando él mismo te llamó "la Virgen de los ojos color miel". A ver quién lo supera.

Por ti, Esperanza de quien espera, en la calle Palos, D. Evaristo y Dña. Cresencia Martín  te vuelven a abrir su casa y preparan una humilde alcoba real para que en ella puedas soñar de nuevo tus viejos sueños de capilla propia, de palacio merecido, donde en su bóveda de ladrillos obsequiados resuena el eco de la voz de Radio Juventud de España en la Operación Esperanza.

Me dicen, Esperanza de los Desterrados, que hay en el aire escondidos en el revuelo de gallardetes verdes con anclas de oro, de colgaduras, de guirnaldas, un rosario de lágrimas de jesuitas y de canónigos expiando en el limbo de la injusticia tu cruel exilio, tu injusto destierro, y que Tú, Señora Madre de Nuestra Santa Iglesia, con tu sonrisa de lágrimas saladas ya has perdonado.

 Por ti, Señora de la Añoranza, tejen redes de oro para llenarlas de flores los vecinos del viejo Brasil que un día partieron rumbo a tu Puerto Seguro en una certera singladura para entrar en la Celeste Morada.

Me cuentan que por ahí anda Lazarito aferrado al Libro de Reglas, aferrado a su certera Esperanza.

También por ti, claro y nítido Espejo de la Esperanza, sé que ángeles ceramistas colocan retablos por tu itinerario con tu imagen sagrada para que en ellos te puedas mirar cuando salgas este sábado santo de verdadera gloria.

Y que por ti, solo y siempre por ti, Esperanza Verdadera, sale por entre los visillos de un balcón, alto y abierto al infinito, la voz de Manola Sánchez que prepara el prodigio de su garganta de ángel flamenco para decirte con su mejor saeta por seguirillas rematadas con un martinete de ensueño, como un capote de brega que se repliega después de un lance magistral, que "eres morena y huelvana, de San Francisco la Flor y en la Merced Soberana, Tú eres la Madre de Dios , Lucero de la Mañana"....

Y si por casualidad este sábado vierais acercarse al paso a un nazareno de raso verde, dejadlo pasar, es Juan Manuel que bajo la capa mejor cortada de toda la cofradía lleva guardada toda su sabiduría cofrade, todo su amor esperancista, tanto que no sé ni cómo le cabe entre sus pliegues...

¿Ha tenido o no ha tenido la Esperanza buenos jardineros que cuidaran de Ella, de sus pétalos casi de nácar, casi de cera?

Tantos y tan buenos que hasta la misma Virgen se hizo a su vez jardinera para cuidar como solo una Madre sabe hacer a Jesús Nazareno que quiso durante un tiempo vivir bajo su amparo. La Rosa blanca de San Francisco cuidando al Lirio morado de la Concepción.

Por eso, hermanos de la Esperanza, para que podamos agradecerle tantas cosas, prestadnos por unas horas a esta sublime azucena, dejadnos que con vosotros  la cuidemos, la reguemos con nuestras salves, con la humedad de las lágrimas de emoción, de gratitud, de súplicas, que como siempre que pasea en triunfo por las calles de Huelva brotarán a su paso.

Dejadnos, por Dios, que en el sueño revivido de una tarde de abril en octubre, seamos por unas horas jardineros de la más hermosa y más querida Flor de San Francisco. Que rememoremos aquellas inolvidables tardes de aquellos meses de  junio en el que la ciudad te entregó su medalla más valiosa; y aquella otra en la que por primera vez se coronaba canónicamente el dolor de una Virgen en Huelva.

Dejad que como siempre nos rindamos de amor ante la belleza de tus perfiles, de trigo granado, de uvas doradas por el sol de septiembre,  y que en este otoño florido Huelva vuelva a sentirse en la misma Gloria al lado de su más hermosa e imperecedera Esperanza.


domingo, 29 de junio de 2014

PEQUEÑOS DETALLES, GRANDES DESAIRES



 Refieren los más viejos del pueblo, en Valverde del Camino, una lapidaria sentencia que dice que "una persona, para ser limpia, tiene que tener muchos detalles". El dicho tiene su enjundia y lleva una carga de profundidad que se las trae, por verdadero y por apuntar al perfeccionismo, al agradecimiento, tan en desuso en estos tiempos.

Tan desacostumbrado está en la actualidad eso de "tener detalles", de ser agradecidos, que hasta se ha contagiado y  lo ha llevado a rajatabla la Casa del Rey (y la Casa Real) en la entronización del nuevo monarca S.M. El Rey D. Felipe VI (q.D.g.)

Siguiendo con la tradición de los borbones, un nuevo reinado comienza con la falta de ciertos detalles que bien se podrían traducir como grandes desaires a un grupo de ciudadanos, mayoritario en este país que llamamos España, como es el católico. Porque al rey de una dinastía que desde el siglo XV lleva entre otros honorables títulos el muy honroso de Católica Majestad, nada le hubiera costado jurar sobre una biblia y ante un crucifijo, y sin que esto pueda suponer desprecio hacia ninguna otra religión ni creencia.


En monarquías europeas que solemos admirar y que calificamos de avanzadas no tienen el complejo que tenemos aquí. No tienen reparo en tomar posesión de la Corona en una iglesia, o a asistir a un tedeum. Y no digo ya que aquí se hubiera celebrado una Misa de Espíritu Santo en Los Jerónimos Reales, cosa que siempre se hizo y que no creo que le hubiera hecho daño a nadie. Pero al menos haber puesto a Dios por testigo de lo que  se jura, como hacen en sociedades tan poco sospechosas de "nacionalescatolicismos" como la de EEUU, donde en la toma de posesión de un nuevo presidente se nombra a Dios hasta en cinco veces. ¿No hubiera sido esto mejor y más auténtico que besarle el anillo en la recepción al Nuncio del Papa en España?


O simplemente haber visitado la Catedral de la Almudena que está a treinta metros del Palacio Real donde se celebró la recepción oficial, por cierto donde no fueron invitados ningún representante de ninguna casa real ni ningún jefe de estado. ¿Qué menos que hubiera estado presente el Cuerpo Diplomático acreditado en España? Y no me refiero a haberlos agasajado con una pantagruélica cena, ni de echarle al pueblo una corrida de toros en Las Ventas, ni de que el día acabase con "una vistosa sesión de fuegos artificiales en los Jardines del Moro". No se trata de eso. No están los tiempos para eso.


Pero da la penosa sensación de que se haya organizado una coronación de tapadillo, sin querer alborotar mucho el gallinero, como para tener contentos precisamente a aquellos que le señalaron al bisabuelo del actual Rey de España y Jerusalén el camino del exilio por Cartagena.



Porque no quiero pensar que todo un Borbón se haya dejado intimidar por cuatro banderas republicanas para desposeer su acto de entronización de cualquier simbología católica; o que le puedan dos tetas más que dos carretas... No lo creo.


Creo que la prensa, en esto, sí que ha sido tremendamente cortesana. Ha acallado este detalle con un apagón informativo casi unánime. Como el detalle resuelto en desaire que en la primera audiencia con las ONGS, amplia y diversa donde casi todas tuvieron cabida, no fueran invitadas algunas de ideario católico, como la del Derecho a la Vida. Y a nadie parece importarle, pero ya es significativo este detalle, este nuevo desaire para ir abriendo boca.


Que España, como estado, sea constitucionalmente aconfesional no quiere decir que tenga que ser atea, por narices. Es como si un maestro no pudiera ir a misa porque sus alumnos no fueran creyentes. O que un cirujano no pudiera ser católico porque opera a musulmanes, baptistas o protestantes.

Habría que recordarle a S. M. que lo mismo que creo que España no es republicana, ni hoy ni mañana, tampoco España es monárquica. Hasta ahora ha sido Juancarlista, porque el anterior monarca se ganó nuestra confianza a pulso, porque le ha sabido agradecer, aunque con parquedad, cicatera como siempre, lo que D. Juan Carlos ha hecho por nuestra nación, a pesar de sus errores, casi ninguno políticos ni institucionales, casi todos de índole personal. (Uf, como lea esto Peñafiel...aunque no creo...)


 Así que es ahora al Rey Felipe a quien le corresponde ganarse nuestra confianza y nuestro apoyo, y mal comenzamos, al menos para mí, si empezamos borboneando con la religión del noventa por ciento de los españoles, ninguneando a los católicos con eso tan de los Borbones de tratar peor a los que más fieles les son. Ahí está la Historia para corroborarlo.


A pesar de todo y deseándole un muy feliz y fructífero reinado (por la cuenta que nos tiene) no tengo empacho de gritar de corazón un ¡¡¡VIVA EL REY !!! ,como garante de la unidad de nuestra nación.  Y desde el alma y sin complejos al uso un ¡¡¡ VIVA ESPAÑA !!!.


(Cuando estoy terminando de escribir esto, escucho en un informativo que mañana SSMM Los Reyes empiezan su primer viaje como monarcas al extranjero, y que su primer destino es El Vaticano para entrevistarse con SS El Papa Francisco. Bien, pienso para mis adentros. Pero inmediatamente aclaran que es el primero porque es la Santa Sede el primer estado en confirmar fecha. No vaya a ser que alguien se moleste porque un rey católico vaya a visitar al jefe de la Iglesia Católica....¿Es lo que digo o no es lo que digo? España y sus complejos... Los Borbones y sus desaires, con menos detalles que el salpicadero de un Panda).

jueves, 12 de junio de 2014

EL CONEJO DE MUNITIBAR

Uno escucha nombrar la palabra Munitibar y se le viene a la cabeza el nombre de alguna tribu perdida por esas sabanas de Dios, en el África más profunda. Pero no, nada más lejos de la realidad. Munitibar es un municipio vizcaíno, ergo español (por más coraje que a ellos les dé), que ha saltado a la primera página de los periódicos por el dudoso honor de que un fotógrafo  haya hecho la proeza de inmortalizar a una señora en cueros y con una capucha puesta, ¿tan fea era la criaturita para taparle la cara?¿Tendría el flequillo cortao a bocaos, a lo Nekane? No sabemos.

 Nada que objetar a la foto (que me niego a reproducir); si no fuera porque la escena se desarrolla dentro de un templo católico, consagrado y abierto al culto.

Anda que no habrá sitio para retratar a una señora con el perrengue al aire. Mira que no tendrán las Vascongadas rincones maravillosos para que D. José Ángel Uberuaga, que así se llama el "artista" en cuestión, pudiera fotografiar a una señora enseñando el parrús.

Es más, podría aprovechar para promocionar turísticamente esa preciosa tierra española. Por ejemplo, si en vez de en la iglesia de su pueblo, la hubiera fotografiado en el puerto pesquero de Barakaldo (antes Baracaldo), entonces hubiéramos tenido una estupenda imagen de un magnífico conejo a la marinera, digno de la mejor sociedad gastronómica vasca, tan machistas ellas.
Aunque pienso que para satisfacer ese deseo tan abertzale de euskaldunizar España, podría haberla retratado en diversos rincones patrios de indudable belleza. De haberlo hecho en la playa de la Malvarrosa, en Valencia, hubiéramos tenido un sabroso arroz con conejo; o sobre las ardientes y tórridas arenas de la playa de Maspalomas, al sur de Gran Canaria, tendríamos un suculento conejo asado, con mojo picón, así picantito, más caliente que el queso de un Sanjacobo...; y si la hubiera sacado con el fondo de rocas retorcidas del Torcal,  admiraríamos un soberbio mollete de Antequera...Pero no. Tenía que ser en el interior de una iglesia.

Pero lo mejor ha sido las declaraciones de alcalde de Munitibar en las que dice no entender que se haya formado tanto revuelo por unas fotos de nada, que el artista es transgresor, que es una novedosa expresión de arte, rompedora, vanguardista, todo muy democrático, sostenible y republicano, que es lo güay, y bla,bla,bla... Y mucho menos comprende el edil el fulminante comunicado de repulsa del Obispo de Vizcaya calificando la acción de sacrilegio, ¿qué esperaba el joío tonto, que el obispo hiciera un almanaque con la referida foto y que lo repartiera por las parroquias de Euskalerría? Bravo por Monseñor Mario Iceta. Rápido y sin complejos, que ya está bien.

También estoy echando en falta alguna declaración de condena de las feministas de verdad, que las habrá, porque las de las tetas al aire me malicio que estarán encantadas. No han dicho ni mú. Todas aquejadas del síndrome de Belinda.

Pero esto nos está más que bien empleado por cándidos y por consentir que en nuestros templos se permitan eventos impropios a su naturaleza, como conciertos de dudosa religiosidad, conferencias, y actos que desvirtúan el sentido de lugar de oración que deben tener; donde a menudo entramos vestidos de mamarrachos sin rubor alguno, en bañador, en chanclas; donde en celebraciones de postín se ven escotes de vértigo, y donde las visitas turísticas va pudiendo con la visita de los fieles. Y no es cuestión de volver al velo negro de blondas, ni a templos oscuros y lúgubres, ni a que se interprete en ellos solo música medieval. No se trata de eso, no es eso. Pero tampoco es esto.
 Y esto nos pasa por considerar y denominar arte a lo que solo es una irreverente grosería que los católicos nos tragamos sin rechistar.

Yo retaría al retratista a que, para internacionalizar su supuesta "expresión artística", hiciera lo propio en una mezquita, pero no en la de Córdoba,¿eh?, que a ver cuándo nos enteramos que es una catedral católica, sino en una mezquita fetén, fetén. Un suponé, en la mezquita de Rabat y que pusiera a la modelo con el chumino mirando a la Meca, después de haberse hecho la depilación brasileña (vamos España, a por el mundial), y haberse dejado aquello como la cabeza de un cheroqui, o como la de Balotelli ¿a que no?
Por último, me asalta una duda: supongo que el ayuntamiento de Munitibar, del que la señora esposa del retratista es concejala, habrá librado ya la cantidad de dinero necesaria para la limpieza y desinfectación de la iglesia, porque después de que la modelo haya refregado la chochá por los bancos, altares y la solería del templo, habría que darle un fregaíto con Zotal, o con Míster Proper puro brillo con frescura de limón, más que nada por el tufillo a marisco. Y por si las moscas...

Lo dicho, hubiera entendido esta estupidez en una Munitibar de Zimbawe, o de Tubmuntú; pero no en la España del siglo XXI, en una Europa de raíces cristianas que ni se inmuta cuando ve cómo profanan, y cada vez más a menudo, los templos de la Iglesia. De la Iglesia Católica, por supuesto, ahivalahostiapués; que en otras estos aguerridos gudaris del arte transgresor no se atreven, ni por asomo.


 Qué buenos y qué tolerante somos... Y hay que ver el trabajito que me ha costado terminar este artículo sin escribir la palabra co... que para eso me he criado en un colegio de pago, ¡coño!

viernes, 6 de junio de 2014

LA CIUDAD ATURDIDA



Ocurre en determinados días, en momentos puntuales del calendario. Sucede cuando acaba alguna celebración donde la ciudad ha vibrado en ella y con ella, cuando se ha vaciado de emociones y al poco la invade una especie de dulce melancolía, al tiempo que el recuerdo de lo vivido va buscando sitio, más que en la memoria, para siempre en el corazón.

 Ocurre cuando a mediodía del tercer domingo de agosto se recoge la Virgen de la Cinta después de su traslado; o el Domingo de Resurrección, caliente de cera derretida en la memoria la recién pasada Semana Santa. Y ocurre infaliblemente cada último jueves de Pascua de Resurrección cuando sale la Hermandad de Huelva camino de El Rocío.

En cuanto la carreta traspasa la frontera de hierro del Muelle del Tinto, y la trasera verde del simpecado donde campea el nombre de Huelva y la fecha en la que la ciudad selló su amor con la Virgen se va perdiendo entre los eucaliptos de Francisco Montenegro, la ciudad queda como ensimismada, absorta en ella misma y en lo que acaba de ver y de sentir; inmóvil, adormecida, confusa, varada en su misma orilla....

Como el niño que rompe a llorar y parece que nunca va a recobrar la respiración; aturdida después de presenciar esa eclosión de luz, color y sonido que es la despedida de la hermandad del Rocío. Los pétalos de rosa que cayeron sobre el carretón, y que ahora forman remolinos en el suelo a las puertas del ayuntamiento, parecen  papelillos que Huelva tirara sobre el albero dorado de la Plaza de Toros de la Merced, para saber por dónde le va a venir el aire antes de abrirse de capa para parar, templar y mandar el toro de esta tarde que se le viene encima mansa y remisa, para discernir cómo ponerla en suerte. Tarde hueca en la que los latidos del corazón de la ciudad van ralentizándose conforme se va alejando el sístoles del tamboril y la diástoles de la flauta cuando ya va la hermandad Punta del Sebo adelante.

Recostada en su memoria, a la hora de la siesta, los lazos de la carreta siguen dibujando rizos de raso, y que ahora se le enredan en la garganta anudando la tristeza de los que se quedan aquí y que quisieran caminar tras el simpecado buscando a lo lejos la corona real que nos guía hasta Ella. Es como dice la vieja sevillana, que el corazón a Huelva tras las carretas se le va, se le va, se le va....

Huelva, que ha dejado que con la hermandad se vayan todas las flores de sus jardines en los carros con flores de papel picado para ponerlas a las plantas de la Blanca Paloma, en su melancolía, se ha guardado para ella el luto glorioso de las flores moradas del jacarandá en el parque de la Esperanza; reanima el tono de sus mejillas con el rosa pálido de los castaños de Indias; pasea su tristeza por el mismo sendero orillado de acacias amarillas caídas en las aceras de la Avenida de Andalucía; se perfuma con el incipiente aroma de los magnolios en la Plaza de las Monjas; y se cubre con el destello intermitente del sol que se filtra entre las hojas de los plataneros de Pío XII, como si se pusiera un vestido de lunares dorados.

La magia de la luz que la caracteriza parece brillar con sordina; el aguaje del Odiel matiza sus reflejos y la blancura de las montañas de sal en la Caletilla  enmorenan de golpe en la despedida de la Real Hermandad del Rocío de Huelva.

No escarmienta con los años y siempre le pasa igual. No se acostumbra. A pesar de haber ensayado emociones, de haber estrenado el día anterior sus fervores rocieros con la partida de la Real Hermandad de Emigrantes, incluso así, siempre le coge por sorpresa y al ver marchar a su hermandad se le queda en los labios una sonrisa congelada, como de felicidad vivida, como de ausente tristeza.

Porque  de alguna manera Huelva, si pudiera, se echaría a los caminos siguiendo a su hermandad, hasta llegar a la marisma y poderse postrar con su gente ante la Virgen del Rocío, y esperar a la amanecida única de la mañana del lunes a que Almonte se la muestre y se pueda mirar en el espejo verde de su simpecado.


Solo entonces Huelva dejará de ser la ciudad ausente, sin pulso. La extraña ciudad aturdida.

domingo, 1 de junio de 2014

SUSPIROS DE ESPAÑA

Me voy a arriesgar. Me voy a tirar a la piscina sin pensar y sin importarme dentro de qué grupo de cofrades me puedan encasillar, de que me puedan tachar de friki, cuando tantas veces me tildaron de rancio.

Y es que como dice mi amigo Rafa Prada, nadie que se precie de cofrade puede ser ajeno ni puede abstraerse a lo que ocurra en el universo macareno.

En estos días donde se ha puesto de manifiesto la desmesura que rodea todo lo referente a la Virgen de la Esperanza, especialmente la desmesura humana, hemos sido testigo de que  (más que esta hermandad) esta imagen de la Virgen y su inmensa devoción, marca claramente la diferencia. No todo ha sido ejemplar en los actos extraordinarios celebrativos del cincuentenario de su coronación canónica. Pero hay cosas, detalles, que para mí ha rayado lo sublime.

 Sería casi imposible en breves líneas analizar todo lo vivido, en el traslado, en el multitudinario (y un tanto parco) besamanos, en su triduo, que ha hecho que recordáramos con nostalgia aquel imponente de hace veinticinco años, con el terliz persa cobijando el paso de palio en el más grandioso altar efímero jamás concebido, ideado por D. Luis Becerra, director por aquel entonces del área de cultura de la Caja de Ahorros San Fernando de Sevilla. Aunque también habría que saber qué se hubiera hecho si no hubiera sido obligatorio que este triduo se celebrara en el altar del jubileo, que poco o nada deja abierto a la creatividad.

Pero nadie podrá decir nada negativo, ni poner en duda la grandiosidad de la función conmemorativa celebrada en la Plaza de España. Insuperable.

Y dentro de esa función dos momentos que, como todo lo que hace la Macarena, rápidamente se convierte en hitos que por arriesgados rozan en lo polémico.

Para mí, el hecho de que el palio saliera del recinto celebrativo con Suspiros de España es como dice mi amiga Angustias: "quizás no sea lo propio, pero que propio quedó".

 Y es que todo lo que toca la Macarena lo hace suyo. Esto del pasodoble, como la Gloria que dice Barbeito, también le viene al pelo a esta imagen única, personal e irrepetible. Porque todo hay que verlo en el contexto. Distinto hubiera sido si este inmortal pasodoble hubiese sido interpretado en el recorrido oficial. Distinto que en vez de haber sido interpretado a gran orquesta lo hubiera tocado una banda de música, incluida la excepcional banda de Salteras que la acompaña. Creo que tuvo lugar en el momento y en lugar preciso. Había una magia que qué más quisiera yo poder describir aquí con palabras. Misión imposible.

No así ocurrió con la interpretación por Estrella Morente de la Salve Macarena, con letra de León y música del maestro Quiroga, a quien tuve el honor de conocer en Huelva, en la Parroquia Mayor de San Pedro cuando se estrenó su célebre Misa por sevillanas. Quizás un tanto sobreinterpretada.
Mucho mejor, aunque con menos facultades de voz, y sin querer emular a su creadora, la inimitable Juana Reina, esta misma salve se la cantó a la Virgen una señora con el acompañamiento de una sola guitarra desde un balcón de la Resolana en el traslado a la Catedral. Sabía mejor por más popular, por mucho más devota, por más sentida y por más auténtica.

 A vueltas con el pasodoble, he podido leer que la que se hubiera formado si se le hubiera tocado a cualquier otra imagen los Suspiros de España. Y a lo mejor tienen razón los que así opinan o más bien se lamentan. Pero lo mismo ocurre con el pellizquillo de su frente, que solo  Ella lo sublima cuando en otras imágenes se vulgariza; o sus mariquillas, esas que al temblar hacen que parezca que la Virgen respira, personales e intransferibles solo en su pecho, o el mero hecho de exponer su Sagrada Imagen sin manto y sin corona en besamanos ese día de diciembre que baja de su camarín sin que pierda ni un sólo ápice de su señorío ni de su imponente majestad. La Macarena deshace la ortodoxia a su antojo. Lo que en otras sería impensable, en Ella nos parece natural. Y repito que no es cuestión de justificar todo lo que hace la Macarena. Pero es verdad que la Macarena todo lo hace distinto.


 Y nadie se puede molestar contra la evidencia. Esta imagen tiene algo indefinible que la hace ser lo que es, distinta a las demás. Inalcanzable. Y que conste que yo no me considero "macareno". Pero tengo ojos en la cara. Y mucho visto. Y lo que me hace sentir esta imagen es inexplicable, más que incomprensible.

 El verdadero peligro estriba ahora en la exageración, en ese "pues yo más" que provoca imitar lo inimitable, en el seguro intento de superar lo insuperable y a saber qué coto habrá quedado abierto y para qué músicas. A ver qué oímos desde ahora detrás de los palios con tal de superar los Suspiros de España de la Macarena, como opina mi amigo Rafel R. Moya.

Y es que la Macarena es así. La Esperanza todo lo adapta a su forma, todo lo "macareniza", todo lo hace suyo, tanto que desde que  la hemos visto caminar al compás de Suspiros de España, cada vez que lo oigamos de aquí en adelante se nos vendrá a la memoria un día luminoso de mayo, en el mejor altar de cerámica y ladrillos rojos que solo Ánibal González pudiera soñar, y un paso de palio de ensueño reflejado en las aguas de la ría de la Plaza de España. Y que nadie se extrañe si a partir del mediodía de ayer este popular pasodoble deje de llamarse Suspiros de España y empiece a ser conocido como Suspiro de Esperanza. De la Esperanza Macarena, por supuesto.


Lo dicho, llamadme friki. Pero a mí me gustó.

https://www.youtube.com/watch?v=tn3BtNmtCyg

martes, 27 de mayo de 2014

TRILOGÍA DE LOS ENCUENTROS

Tres momentos, tres encuentros de la Madre de Dios con ella misma, como su propia imagen reflejada en los espejos que angulan su camarín, trono de la Gracia y Puerta abierta del cielo para quien quiera subir y entrar a la Gloria por él.
En su impresionante traslado a la Santa Iglesia Catedral, la Virgen de la Esperanza Macarena nos ofreció tres momentos que por fugaces ya son imborrables en la memoria de los que los vivimos.
Hoy, último día de su besamanos extraordinario en la Parroquia del Sagrario, quisiera compartir con vosotros la emoción de aquellos momentos. Tal como los sentí os lo cuento, tal como os lo digo, lo siento.
  
LA ESPERANZA DEL ROSARIO

Un arco de buganvillas
le puso marco a la foto
en la calle el alboroto
de pueblo en algarabía.
Dentro, la Virgen María,
Macarena y Montesión
en una sola emoción
sonrisas y llantos fundían.
Se pararon los horarios,
que en una misma oración
las dos rezaban el rosario.

https://www.youtube.com/watch?v=15Gn4FNoxxQ


POR SAN JUAN DE LA PALMA

Cuando la Virgen llegó
frente a San Juan de la Palma
a los balcones del Cielo
Sor Ángela se asomaba,
con la Esperanza reía,
con la Amargura lloraba,
entre las dos repartía
sus devociones la santa.
Y toda la calle Feria,
y toda entera la plaza
sintió suya la presencia
de la santa sevillana.


EN UN VALLE DE ESPERANZA

Sonaba Virgen del Valle
y enmudeció de repente
todo el clamor de la calle.
Solo el crujir de los cirios
y el cairel en los varales
le ponían sinfonía
al ocaso de la tarde
que en aurora se tornaba.
Transtornada de emoción
Sevilla entera callaba,
cuando la Esperanza entraba
triunfal en la Anunciación

https://www.youtube.com/watch?v=uSe5BkMxZ9U


martes, 20 de mayo de 2014

CARTA A D.JUANINNASSIO SOIDO


Estimado Sr. Soido:
Mu malita tiene que andá la cosa pa que todo un alcalde de la Muy Noble, Invicta y Mariana Ciudad de Sevilla tenga que haserse el grasiosso para coseguir un puñaíto más de votos.

Yo, desde aquí, desde Huelva, desde la orilla de las Tres Carabelas (y eso no lo digo yo, ya lo dijo nada más y nada menos que Machado, D. Antonio) y con tó el provinsianismo que Su Ilustrísima me quiera adjudicar, le recomendaría encaresidamente que estudiara una mijita má, na má que una miajilla, de geografía y de historia, pero de la güena, no de la historia que como polítiquillo usté se trae.

Ya sé, ya sé, que vuesensia dijo lo que dijo para haserse el grassiosso y que su señoría sabe perfestamente que las Tres Carabelas salieron del Puerto de Palos, provincia de Huelva, que lo dijo pa asé la broma... Pero es bien sabido y de general conosimiento público que no hay ná peó en este mundo que un sevillano saborío queriéndose de hasé el grassiosso, cuando lo que acaba es siendo un malage, que es lo que su señoría parese que pretende sé.

Verá usté y ya sin recoña:  En Huelva estamos ya un poquito hartos de politicastros que nos ninguneen, que se cachondeen de una provincia que podría ser mucho más de lo que es, pero en parte por la forma de ser de nosotros los onubenses, y en parte porque ustedes no lo han sabido o querido ver ni valorar, estamos muy escaldados con promesas de todo color político y condición que jamás se cumplen, ni puentes sobre el Odiel que valgan, ni estación del Ave, ni desdoble de la carretera de la sierra, ni aeropuerto, ni conexión con Portugal, y de la segunda modernización de Andalucía, mejor ni le cuento. Si por lo menos hubiera otro Plan de Desarrollo, menos contaminante, eso sí...

Pero ni siquiera nos quitan las fábricas, que para que lo sepa  Su Ignorante Excelencia están muy cerquita de donde salieron las Carabelas, justo donde señala Colón con su mano (qué buena mano tiene el Almirante para dar un buen tapabocas) en la Plaza de las Monjas.

Se lo digo má que ná para que usted sepa (aunque yo sé que lo sabe, sorrón), que cuando venga pavoneádose al Rocío, cuya hermandad Matriz tuvo a bien presentar su impresionante cartel de la romería en su Ayuntamiento, precisamente en el salón Colón, el má mejón del edifisio donde usté trabaja, o debe trabajá,  pertenese a la provinsia de Huelva.

 Que cuando, como buen cateto que es usté, venga los sábados por la mañana al mercado de abasto de Huelva con su neverita, seguro que la suya es de esas que tiene la propaganda del PP, a comprá el pescaíto fresco, los marisquitos, y esas cositas nuestras que tanto le gustan a ustedes, viene usted a Huelva.

Que cuando va Su Ilustrísima a ver la maravilla de cabalgata de Reyes Magos a Higuera de la Sierra, de nuestra sierra, vienen a la provincia de Huelva.

 Que cuando viene usted a bañarse a las playas de Punta Umbría, de Isla Antilla, o a la mismísima Matalascañas, aunque usté no se lo crea, viene a la provincia de Huelva.

 Que cuando usté viene a pescar al Espigón, viene a Huelva. Y todo esto sin que le cobremos ná de ná. No como usté, que nos cobra un dinerito mu curioso si queremos ver , un poné, la iglesia de El Divino Salvador, si no semos de Sevilla. Aunque ese impresionante templo haya sido restaurado con el dinerito de todos los andaluses y andalusas, como a los políticos os gusta desí.

En fín, D. Juaninassio...Que se ha hecho usté un lío con la madeja de su escudo del que, al paresé, no quiere salí, porque no quiere rectificá. Yo le pediría que se preocupara, con sus veinte concejales y su cómoda y amplia mayoría absolutíssima, antes de que la pierda, de poné a Sevilla como se merese una ciudad de esa belleza y de esa categoría, y sea capá de borrar la huella que dejó el Sr. Monteseirín, al que está hasiendo güeno. Ea. Quede usted con Dios.

Fdo: Manuel Gómez Beltrán, hijo de marinero, descendientes de aquellos onubenses que le dieron a España la Gloria de descubrir un Nuevo Mundo, y de lo que después otros se aprovecharon. Un cordial saludo. Y estudie Geografía e Historia hombre. Soy maestro y me ofrezco a enseñarle... Pero con alumnos así no sé yo si sacaría algo.


PD.: El sábado que viene nos vemos en el traslado de la Macarena; que ni la Virgen de la Esperanza, ni Sevilla, tienen la culpa de tener un alcalde con la cara más dura que el turrón de Castuera, riquísimo producto extremeño. Tan extremeño como usted, por cierto.

lunes, 19 de mayo de 2014

AYER HIZO UN MES



Justamente. Ayer,  aunque parezca que haya pasado mucho más tiempo desde la última Madrugada, solo hace un mes. Treinta y un días tan solo desde que  la oscuridad de la parroquia de la Purísima Concepción, rayando casi el ángelus, fuera diluyendo en su interior la silueta azul y rosa del paso de palio  de María Santísima de la Amargura concluyendo de esta manera, con su recogida, otra Madrugada de Viernes Santo.

 Pero no ha sido una Madrugada más. La recordamos memorable, distinta, difícil de olvidar. Todos tenemos la sensación de haber vivido una Madrugada especial. Y no sabría explicar exactamente  por qué. Pero muy especialmente quienes tenemos puesta  nuestra devoción en Ella, en la que es causa de nuestra alegría, y es nuestra pasión, y nuestro delirio, en la Virgen de la Amargura, coincidimos en que, al menos para nosotros,  ha sido una Madrugada excepcional.

Los que tenemos el corazón latiendo con más fuerza en la parte más "débil" de la cofradía, nos entendemos perfectamente sin muchas explicaciones.  Sabemos a lo que me refiero si digo que tenemos más "mérito", que todo lo que consigamos a favor de nuestra devoción, la menos multitudinaria, la más íntima, la menos conocida fuera de la cofradía,  nos sabe mejor. Tenemos un sentido del reto mucho más desarrollado, no nos importa vencer obstáculos para propagar esta devoción que no es más reconocida por vivir a la sombra (bendita y soberana sombra) de quien vive y que todo lo abarca.

Porque "ser" del Nazareno, de la Esperanza, de Pasión, de la Victoria, no tiene mérito. Lo verdaderamente especial es "ser" de la otra advocación de la hermandad, la menos conocida, la menos nombrada.Por mucho que la hermandad conforme, y así debe ser, una unidad siempre hay una imagen que suscita la mayor devoción y es la que le procura ese tirón popular que la eleva sobre otras y que la hace ser como es y la distingue de las demás. Y si no fuera así, es que ninguna de las dos tendría verdadera devoción popular.

Además, de lo que el corazón del pueblo siente y habla no se puede ni se debe dudar, ni ir en contra, ni cuestionar su decisión. El juicio popular es inapelable. La boca habla de lo que el corazón rebosa, y Huelva siempre ha hablado claro. Ya podamos vestir de oro la advocación que sea que como la memoria devocional de una ciudad diga que no, es que no. Ya nos podamos poner en cruz. Pero eso no implica que no intentemos ofrecerle todo lo mejor. Y en el corazón de los devotos de la Amargura no manda nadie. Solo Ella.

 Siempre es más difícil, pero en todas las cofradías hay quienes a fuerza de entrega y de tesón, a contra corriente, multiplican su dedicación y logran que esas imágenes eclipsadas por la popularidad de las otras que suscitan más fervor, se presenten ante nosotros brillando con luz propia. Impecables.

Por eso, cuando El Nazareno se recoge y toda Huelva vuelve los ojos hacia la Virgen de la Amargura, es cuando lo que se hace por y para Ella, aun a sabiendas de que nunca tendrá el reconocimiento ni la repercusión que tiene todo lo que rodea al Señor , tendrá su recompensa, cuando todo el esfuerzo tiene sentido al ver a la Amargura reinar en su mañana de Viernes Santo.

Así que, desde los que le fundieron la cera en su candelería hasta el que clavel a clavel, rosa a rosa, le dio forma a los fanales de sus jarras; desde los que cuidaron de que la alumbraran las ciento treinta y dos velas de su paso durante toda la noche hasta los que la perfumaban de incienso; desde los que la pasearon en triunfo por las calles y que se curtieron viernes a viernes de Cuaresma bajo sus trabajaderas hasta los que fueron sus ojos en la noche santa guiando sus pasos; desde el que con siete notas fue capaz y capataz de componerle la música que la lleva, y que cada vez que irrumpe su marcha, Salve Amargura, suena a saludo de ángel de anunciación y a oración solemne, hasta el que con la voz popular de una saeta, cantada a pie de calle, sentenció que su sagrada imagen es "obra de Dios en una noche de locura", y la proclamó "gitana pura y bendita por tó los cuatro costaos"; desde las manos que desparramaron en el aire pétalos de flores a su paso hasta quien pregonó a voz en grito que Tú eres la Reina de la Madrugá; desde el que como un murmullo, entre dientes, ante tu paso mirándola a la cara le decía bonita, hasta el que sollozaba un guapa líquido y cálido de lágrimas; desde quien susurró un avemaría mirándose en sus ojos hasta el que musitaba un bendita sea tu pureza para sus adentros... Todos hicieron que la luminosa estela que un poco antes había dejado a su paso Jesús Nazareno no se apagara, sino que brillara con más fulgor y con luz propia, con la luz intensa que emana de  La Amargura, de Ella misma, pues este año incluso el sol alumbraba, tímido y pálido tras una mantilla de nubes finas. Solo Ella brillaba con la luz divina que su figura irradiaba y que no se desvanece en la memoria de quien te vio pasar por esa senda secreta entre la noche y el alba, entre la aurora y el día,  que nos lleva hacia ti, y que solo conoce el corazón de los privilegiados que vemos en Ella la razón primera de todo.


Y esto fue hace justamente un mes. A veces parece que fue hace siglos y a veces parece que fuera ayer. Pero todavía resuena en nosotros el Dios te salve Luna Llena de despedida en el dintel de su casa pero que ya es patrimonio de la memoria de los que vemos en Ella a la Reina y Señora de nuestras almas, y para los que por encima de Ella no hay nada ni nadie que pueda desplazarla. Más hermosa que Tú solo Dios, solo Dios. Salve Madre, Salve Amargura.

Foto: Juan Luis Rodríguez