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jueves, 28 de noviembre de 2013

COMO ÁNGULOS COMPLEMENTARIOS (I)

Son cofrades los dos. Les separa una cierta, que no excesiva, diferencia de edad, pero les unen muchas cosas. Se conocen de toda la vida. Desde siempre la relación entre ellos se podría calificar de bastante más que conocidos pero sin llegar a la categoría de íntimos amigos. Y, aunque tienen una percepción muy distinta del acontecer cofradiero, se profesan sincero aprecio y mutuo respeto.


Pertenecen a cofradías distintas, y pese a sus diferencias de criterio cuando charlan de Semana Santa, lo hacen con sinceridad, sin tapujos ni paños calientes, mejor incluso que cuando lo hacen con gentes de sus respectivas hermandades o  de su más inmediato entorno, que suelen ser mucho más aduladores,  más agradadores, que siempre se adhieren inquebrantablemente, sin atisbo alguno de crítica, a lo que estos dos reconocidos cofrades digan, uno por lo que fue y otro por lo popular que es ahora en este mundillo gracias a su profesión. Por eso se tienen admiración, porque siempre se hablan con franqueza.

Hacía ya algún tiempo que no se veían y ayer se encontraron al cruzar la calle y como todo el mundo sabe que la eternidad es la despedida de dos cofrades en una esquina, pegaron la hebra, y después de media hora en pie hablando, acabaron tomando café  en ese bar tan poco cofrade que hay al final de la calle, de esos que huelen a lo que tienen que oler los bares, no a incienso a destiempo, bar elegido a conciencia para que no les importune ningún cofrade coñazo trayendo la última maldad, el último cotilleo vacuo como primicia, a las que somos tan dados, a lo que tantos y tantos holgados (por no decir holgazanes) se dedican por la calle Concepción. Y es que en esto de las cofradías hay muchos tontos con las tardes (y algunos hasta las mañanas) libres, qué envidia.

Y allí, en el bar, como es natural, el tiempo se fue diluyendo, esfumándose tan apaciblemente como solo ocurre cuando se está verdaderamente a gusto, cuando campea en torno a la conversación y al café o a la copa, la sinceridad y la tranquilidad de saber que lo que allí se hable no tendrá segundas interpretaciones, ni malintencionados dobleces. Lo que allí hablen se disolverá como el humo del tabaco que fuma, más de lo que debiera, uno de ellos.

- ¡Qué de tiempo sin vernos! ¿Cómo estás? (Dijo el de más edad)

-Bien, muy bien. Y es verdad; no nos vemos desde el desastre de la Magna...(Respondió el más joven)

-¿Desastre? Pues a mí me encantó. La pena es que lloviera el joío día diecinueve, porque sinceramente creo que hubiera sido algo memorable por el excelente ambiente que pude ver. Pero solo con lo que vi, como estaban los pasos presentados, los templos llenos, las calles a tentemonete, me ha merecido la pena. Ufff, Dios mío de mi alma, ¡cómo estaba mi Cristo!.

-Anda ya, si solo sirvió pa llenar los bares...Y tampoco tanto....Más gente había el otro día en la bendición, digo en la inauguración del Holea, con ministra y con su himno y todo...Solo faltó una salida extraordinaria. País de catetos y noveleros.....

-Y también sirvió para demostrar que cuando nos ponemos de acuerdo podemos hacer juntos grandes cosas lo digo por la Magna, no por Holea, jejejejeeee...

-¿Grandes cosas? Pero si para lo único que ha servido este magno despropósito ha sido para la bronca, para que hayan habido dimisiones, y no pocas; y para que se aproveche la coyuntura y cambiar algún capataz y poner a otro que resulte ser más familiar...Y sobre todo para poner a caldo al Toni. ¡Qué desastre de gestión!

-¿Desastre? mmmm... Puede. Pero qué callado estuvieron los que ahora tanto critican a este consejo con los desastres de consejos anteriores....Es que los hermanos mayores de hoy nada tienen que ver con los de antes.

-Será los de mucho, mucho antes, porque siempre ha habido de todo. Todavía me acuerdo de la presentación que se hizo en el anterior consejo de ciertos informes de las cuentas que recordaba lo de Groucho Marx, estos son mis principios y si no les gusta, tengo otros. Algunos, casi todos los hermanos mayores tragaron con todo, muchos  se lucieron, mostraron la verdadera cara de lo que tenemos.

-Es que ahora dejamos que cualquiera llegue a los más alto en las cofradías sin que tengan ni idea de esto, sin formación ninguna, algunos hasta sin gustarle este mundillo. Antes por lo menos ponían dinero. Ahora ni eso.

-Pues a lo mejor ese es el problema, que como ser hermano mayor antes daba tono porque se suponía que "tenían" dinero, ahora haya guantazos por serlo, aunque estén más tiesos que una mojama. Y eso, a mi entender, no debería ser así.

De alguna manera, en su interior, el más veterano de los dos admira la frescura, el desparpajo y la tolerancia que muestra el más joven, y piensa que con el acceso que por su trabajo tiene a los más jóvenes, haría un innegable servicio a las cofradías si les enseñara  que las hermandades son Iglesia y que tienen una vertiente espiritual que deberían potenciar.

-¿Y qué me dices del niñateo imperante? ¿Tú ves normal que nada más que estén pendientes de festivales, del costalito o de la trompeta? O de recoger dinero para la petalá de turno, o de ir pegando chillíos delante de la Virgen, trabajando solo en lo que les gusta y luego no tienes calzones de encontrártelos en ninguna misa...

-No todos son así, y a lo mejor esta deserción de los bancos de misa la culpa la tenéis los dirigentes de tu generación que no habéis sabido inculcarle el amor a la cofradía al mismo tiempo que el amor a los preceptos de la Iglesia, o incluso de muchos curas que se han despreocupado del cuidado pastoral de las cofradías, o por comodidad, o porque no ven en ellas el fervor religioso que se les debe suponer, ni el fruto apetecido, o porque algunos con razón, y otros sin ella, no nos pueden ni ver.

Los dos cofrades pasaron del café a la cerveza. En ese momento en la tele del bar estaban retransmitiendo desde Roma la clausura del Año de la Fe, y claro, no pasó desapercibido para ninguno de los dos, que se olvidaron del mundo  y seguían enfrascados  con la conversación de su imprevisto encuentro..

-Qué bueno el papa Francisco. Ya era hora de que un papa fuera humilde, que quisiera que la Iglesia mejorara y que se modernizara (comentó el joven)

-¿Que se modernizara?¿Tan trasnochada la veías antes y tan actual ahora? Pues mira la tele y fíjate que en la celebración los candelabros son los mismos, y con la Cruz sobre el altar, y los siete candeleros dispuestos como lo disponía Benedicto XVI, y el frente de altar, el antipedio, es el mismo que se usa en las grandes celebraciones, como en Pentecostés, por ejemplo, y veo un dosel cubriendo la troneta (dijo el otro, que no podía disimular su condición de viejo prioste) ¿Y no me querrás decir, que el papa anterior no quería que las cosas mejoraran en el Mundo...? ¿Más humilde? Pues a lo mejor se gastaba menos dinero usando, por ejemplo, los sillones que ya tiene el Vaticano y no mandando hacer otros nuevos. Lo que no puede ser es que para defender la magnífica labor de SS el papa Francisco se ataque al pontífice anterior. Además, me jode que el papa actual aparentemente le caiga tan magníficamente bien a según qué personajes y personajillos públicos y  según qué medios de comunicación que siguen satirizando, cuando no ridiculizando y siempre martirizando a un papa de la talla intelectual de Benedicto XVI. Somos Iglesia, y no podemos aplaudir o silbar a los papas según nuestro gusto. Son Vicarios de Cristo en la Tierra, con un nombre o con otro, más simpático o menos simpáticos, con más carisma o con menos tirón. Aquí lo que nos debe interesar es que gobiernen la nave de la Iglesia con el soplo del Espíritu, y buscando la santidad de él y la unidad de todos nosotros.

El más joven no apartaba la vista de la pantalla mientras apuraba la cerveza. De pronto se sonrió y preguntó cuando vio al Santo Padre Francisco con las reliquias de San Pedro en sus manos rezando el Credo:

-¿Habrá preguntado el papa a algún especialista si era correcto llevar así las reliquias?

Los dos amigos prorrumpieron al unísono en una sonora carcajada.

 Y como el tiempo iba pasando, ambos llamaron por teléfono a sus respectivas conyugues para justificar su retraso. La del más viejo ya estaba acostumbrada a las ausencias del marido por cuestiones cofrades. Pero a la esposa del joven, recién casados que están, la llamó el marido para tranquilizarla y justificar su tardanza. Ya se acostumbrará. Y como la imprevista tertulia iba para largo, quiso ponerla sobre aviso....  (Continuará)

jueves, 21 de noviembre de 2013

EXTRA OMNES

Con esta voz de "Extra omnes", con este "fuera todos" o "que no quede nadie", el cardenal Maestro de Ceremonias Vaticanas ordena que abandonen la capilla Sixtina de San Pedro de Roma todos aquellos que no tengan participación, que nada tengan que ver en el cónclave de elección de un nuevo papa. Pues algo así, alguna figura similar deberíamos tener en las cofradías para que en los momentos cruciales, en esos que estrictamente incumbe solo a sus hermanos, también abandonaran el templo todos aquellos que nada tuvieran que ver con la hermandad, incluido los medios de comunicación, especialmente las cámaras de televisión. Y me explico, antes de que alguien se me vaya a tirar a la yugular.

Sería imposible siquiera pensar, además de absurdo, que las hermandades en plena era de internet vivieran de espaldas a los medios de información, son absolutamente necesarios incluso para lograr sus propios fines. Y claro que las cofradías deben facilitar en lo que puedan y de ellas dependa la tarea a los informadores, porque toda la difusión, toda la información que se dé a cerca del mundo cofrade repercutirá positivamente en ellas. Pero todo debe tener un límite lógico, una frontera infranqueable aunque nunca impuesta, una suerte de autocensura que los propios profesionales de los medios, sin ninguna ley escrita, deberían observar.

Nada de lo ocurrido en la extemporánea celebración de la victoria electoral en la Macarena hubiese tenido la repercusión que ha tenido de no haber estado allí grabando las cámaras de una televisión local sevillana. Y de no haberse publicado de inmediato en las redes sociales.

Hay momentos internos y situaciones de una cofradía que por la tensión que provocan, por su importancia o por su trascendencia, deberían vivirse en la intimidad a puerta cerrada,  aunque sea multitudinaria, de sus hermanos y de solo sus hermanos. Muchas veces las imágenes que se emiten de esos momentos en el interior del templo aparecen distorsionadas, no se corresponde exactamente con lo ocurrido en realidad, y no porque sean manipuladas, sino porque sencillamente no son capaces de captar realmente ni dar respuestas ni explicaciones a las actuaciones, a veces inapropiadas, de los hermanos en esos momentos puntuales.

De existir este voluntario filtro para la imagen de las cofradías nos hubiéramos ahorrado ver los eufóricos momentos de los ganadores de unas elecciones, y sobre todo esas dantescas escenas a las que desgraciadamente  estamos asistiendo más veces de las deseadas estos últimos tiempos, cuando se suspende la salida de una hermandad a causa de la lluvia, por poner un ejemplo bien conocido. Así que nos libraríamos de ver al hermano mayor de turno poniendo pucheritos leyendo los partes meteorológicos, que alguno más se parecen a Arias Navarro diciendo aquello de españoles, Franco ha muerto, y del "espotáneo" aplauso de la claca preparada para refrendar la decisión "unánime" de la junta, aunque luego se escuche por detrás "son cuatro gotas, yo la hubiera sacado", y a la acolitesa (¿se dice así?) descompuestecita, gimoteando a moco tendido, morreándose , digo consolándose con el Jony, que se estaba haciendo la ropa encima de la mesa de altar mayor y poniéndose la faja hecho también un mar de lágrimas; y al Jefrén , blasfemando y tirando el costal al suelo en la capilla sagrario cabreadísimo no se sabe muy bien con quién; y al del fiscornio maldiciendo al hombre del tiempo, y a esa señora del Youtube diciendo eso de ¿por qué, Zeñó, por qué? Y a un diputado, carton bajo el brazo, y a una diputada de tramo, melena al viento,  dando capazos iglesia arriba, iglesia abajo, en esa especie de camarote de los Hermanos Marx en el que se convierten algunas cofradía en esos tristes momentos; y los antifaces con el cartón encima de los altares, cuando no en la canastilla de los paso; y los bancos de la iglesia llenos de gente llorando amargamente, precisamente los mismos que durante el año no se acercan a ella ni a un kilómetro a la redonda, como si tuvieran una orden de alejamiento de la hermandad. Expresiones de sentimientos absolutamente legítimos, y hasta puede que sinceros, pero inoportunamente hiperdramatizados .

Un "Extra omnes" a tiempo nos evitaría mostrar una de las caras más tristemente cómicas, y además daría motivo para que rajara contra la hermandad de turno, (casi siempre las mismas) los que habitualmente lo hacen bajo seudónimo en los periódicos y que curiosamente encima viven de esto (aunque eso merecería tratamiento aparte).


La imagen de una hermandad es tan frágil, sus reacciones ante una situación 
inesperada, tan imprevisibles que, en la alegría y en el llanto, en la salud y la enfermedad, como en las bodas, mejor que hubiera alguien que con voz engolada de camarlengo viejo dijera desde el atrio de la iglesia eso de "fuera todos", y luego cerrara solemnemente las puertas dejando fuera con toda educación  (no con la grosería con que alguien echó a unas cámaras de la competencia de un templo el día de la Magna, pero que como pertenece a una hermandad "amiga" no lo critican en los papeles) a todos los que nada tengan que ver con ellas, y así podamos reírnos o llorar tan a gusto, gritarnos fraternalmente, desollarnos vivos (como fieras, como cantaba Rocío Jurado) entre hermanos, a puerta cerrada, intramuros del templo, sin que luego nos tengamos que arrepentir de vernos en la tele en semejante trance, lo mismo que nos arrepentimos de esa foto de hace unos cuantos veranos, cuando estuvimos en aquel sitio de vacaciones y nos pusimos esa camisa de estampados imposibles que ahora no tendríamos valor, ni otra cosa, de ponernos. Lo mismito.

martes, 12 de noviembre de 2013

EL EJEMPLO DE LA MACARENA


De todos es sabido que hay hermandades, como la de la Esperanza Macarena de Sevilla, que ejercen una innegable influencia en este tan peculiar, tan querido, y a veces tan difícil, universo de la Semana Santa. Todo lo que hace la Macarena es imitado, principalmente en lo estético. Sus cánones son reproducidos hasta el plagio, aquí y fuera de aquí, traspasando fronteras locales, regionales y nacionales. Todo lo que la Macarena toca lo universaliza, le da una trascendencia y una repercusión que ninguna otra cofradía es capaz de hacer. En esa hermandad nos miramos todos. Por eso no me extrañó absolutamente nada cuando leí hace unos días que podemos encontrarnos imágenes de la Virgen Macarena en iglesias de ciento ochenta y tantos países del Mundo. Por algo será.

Y también por eso, o precisamente por eso, y a mi entender, tiene tanta importancia lo ocurrido el pasado domingo en las elecciones de esta hermandad.

¿Y qué es lo que ha ocurrido? Pues ni más ni menos que los hermanos de esta popularísima cofradía, mayoritariamente, han vuelto a dar una lección de cordura. Otra más.

No tengo el placer de conocer personalmente a ninguno de los dos contendientes en esta dura batalla para alcanzar la vara de las capillas, no tengo ni filias ni fobias hacia ninguno de los dos, en principio.... Es más, leyendo sus programas electorales (qué trabajito me cuesta utilizar esta expresión referido a las cofradías) no hay apenas diferencias  del concepto que ambos tiene de lo que debe ser su hermandad. Además, el macarenismo de los candidatos estará más que demostrado, supongo. Entonces,  ¿por qué esta guerra, este torneo cerca de la calle Torneo para lograr dirigir las huestes de esa Dama, y vaya Dama? Y como el romanticismo no se estila, ya sé  que no se estila, ni creo en el buenismo, ¿por qué entonces el candidato más joven no respetó el segundo mandato de su contrincante antes de meter a su hermandad en este fregado electoral con dos candidaturas cuando no había ninguna necesidad, por más derecho que tenga, que los tiene, y por muy legal que fuera, que lo es.

 Y es que por más educación que se tenga, por muy elegante que se sea, en un proceso electoral con dos (o más) candidaturas, al final las hermandades siempre se resienten, quedan tocadas, y algunas hasta heridas de muerte. Aunque este no sea el caso.

Y además alterando la paz social en una hermandad que celebra gozosa un Año Jubilar,  que culminará con la celebración del cincuenta aniversario de la Coronación Canónica de la Virgen de la Esperanza. Y a lo mejor por eso alguien ha podido pensar que esto se ha hecho buscando únicamente la foto que la hermandad lleva esperando más de cincuenta mayos, la imagen de la Virgen presidiendo un pontifical en la Plaza de España. Pero con él en la foto.

Por eso creo que los hermanos de la Macarena han dado un ejemplo de cordura propinando un puñetazo encima de la mesa (electoral) y la seria advertencia de que con la Macarena no se juega. Han dado un porrazo, una llamada de atención con el martillo del dragón, como queriendo decir que quién aspire a hermano mayor, tendrá que hacerlo sin romper la paz del atrio, desde dentro, que los lógicos cambios generacionales se deberán suceder sin fracturas, que la vara dorada se vaya pasando como testigo en la carrera de fondo, multisecular, de esta hermandad. Han dado la orden expresa de que si hay distintas sensibilidades dentro de la hermandad, que se pongan de acuerdo y no se rompa nunca la unidad a la hora de renovar el gobierno de la cofradía.

Este frenazo en seco al aspirante supongo que enfriará muchos ánimos, porque de haber triunfado no sería de extrañar que en las sucesivas elecciones pudieran haber dos, o tres, o cuatro candidaturas. Todos sabemos que ser hermano mayor de la Macarena es más, mucho más que ser alcalde de Sevilla. Siempre habrá quien apetezca el cargo.

Se comenta en los Evangelios que cuando Santa  María Magdalena, San Juan y San Pedro acuden corriendo al Sepulcro después de resucitar Jesucristo, por la agilidad propia de la edad, llegó primero San Juan. Pero no entró. Por respeto a la edad de San Pedro, o por miedo al Sepulcro vacío, esperó que el apóstol más anciano entrara antes.

Pues eso es lo que el candidato más joven debería haber hecho. Por respeto a las canas, o por miedo al daño que pudiera hacer a la institución, debería haber esperado que se cumpliera el segundo mandato de D. Manuel García, porque da mucho que pensar que alguien le haga frente a quien le puso en su junta y, por tanto, considerado como persona de su confianza.

Si los hermanos han actuado así no ha sido por casualidad, saben que actuaciones como estas hay que cortarlas de raíz por el bien de la hermandad. Estoy seguro de que tardaremos algunos años en que se repita esta misma situación. Hay leyes no escritas en las hermandades que deberían seguir en vigor, como la de respetar el segundo mandato de la junta gobernante, y muchas otras más que se están perdiendo en esta carrera hacia el vacío a la que aparentemente se han lanzado nuestras cofradías.


Por eso solo queda felicitar a los hermanos por la decisión adoptada el pasado domingo. Solo un lunar, el exceso en la celebración de la junta ganadora, solo justificable por la tensión acumulada durante los días previos y durante la propia jornada de las elecciones. Y porque no sabemos, gracias a Dios, lo que habrán tenido que soportar, unos y otros; aunque unos más que otros. Quien ha pasado por ahí lo sabe y lo comprende perfectamente.

jueves, 7 de noviembre de 2013

COFRADES DE LA NEW AGE

Que traducido resulta cofrades de la nueva ola, o pijocofrades, dicho sea sin ánimo de ofender, término acuñado por mi muy admirado periodista D. Carlos Navarro Antolín para designar a esta nueva raza de cofrades, y añado yo que no cofrades de raza, que ha irrumpido y con fuerza en el panorama cofrade universal, nacional, regional y mucho me temo que también local. Es decir, que de esta epidemia aquí no se libra nadie.

Hasta ahora conocíamos y nos habíamos ocupado de los canikofrades y de  los rancios, pero a diferencia de ellos, a los pijocofrades ni les gusta esto, ni les duele, ni les va ni les viene, ni nunca lo han llevado ni lo llevarán en la masa de la sangre. Son advenedizos temporales que consideran a las cofradías como un medio de promoción, una pasarela donde mostrarse, donde vender su imagen, imagen no sagrada precisamente.

Creen ellos que las cofradías son clubes sociales a cuya selecta directiva tienen que pertenecer a toda costa, por pantalones, o sí o sí. Cuanto más popular o notoria sea la cofradía, más aspirantes de esta calaña tendrán. Pocas veces los veremos medrar en cofradías modestas o de poco tirón.

Lejos de los canis y los rancios, el atuendo que los identifica es actual y estudiado, presentan un look un puntito transgresor, pongamos que traje de buena marca azul clarito, o chaqueta beige con zapatos de color, nunca negros, no vaya a ser que los confundan con los rancios, de los que se quieren apartar ya que representan el pasado y ellos se postulan como el futuro (pues  vaya un futuro). Son tan versátiles que lo mismo adquieren un look pepero, con corbatas lisas de colores ácidos y con el nudo gordo, grande como el sillín de una Vespa (copyrigth Antonio Burgos), o uno más casual (léase cásual) más próximo al prototipo socialista descamisado...  Descamisado de camisa Ralph Lauren y pantalón de Tergal, eso sí.

Esta versatilidad, este camaleonismo les viene de familia. Porque aunque algunos sean pijocofrades de nuevo cuño, surgidos por generación espontánea, la inmensa mayoría son descendientes directos de aquellos que vivieron toda su vida arrimados al perol del poder, primero del franquismo y luego del socialismo. De ahí que a estos jóvenes, y otros ya no tan jóvenes, no se les conozca ni oficio ni beneficio. Pero han conseguido okupar un puesto de trabajo sin pasar por oposiciones ni por prueba alguna de nivel ya que accedieron a ese puestecito de trabajo, normalmente en la administración, al mismo tiempo que la tecnología digital, es decir, a dedo.

 Eso sí, son especialistas en la realización de másters, y por eso quieren dirigir a la hermandad como si fuera una empresa, la quieren llevar con la frialdad del que solo busca beneficios en el balance final del año, mayormente el suyo, claro está. Nunca tendrán en cuenta la opinión de los que saben, ni mucho menos apoyarán (antes bien, se reirán de ellos) a los que se han hecho cofrades en las entrañas, cálidas de hogar, de la hermandad, a los que considerará unos muertos de hambre que, pobrecitos, no han tenido otra cosa mejor que hacer en sus vidas los muy desgraciados que trabajar y entregarse en cuerpo y alma a sus hermandades. Recelosos de esa fidelidad no pueden entender que la cofradía para estos cofrades que ellos denominan rancios o, despectivamente, los de siempre, sea literalmente su vida. Es más, intentarán anularlos por todos los medios, se vea o no se vea perjudicada la hermandad.

Ellos saben que su fuerza, que su poder estriba en granjearse la confianza de los descontentos con la junta en ejercicio, aunque luego en privado se carcajeen de ellos y los despellejen vivos, pero eso sí, fraternalmente en Cristo. Porque más que inteligentes son listos; más que simpáticos, encantadores de serpientes que saben pescar como nadie en las aguas donde proliferan y nadan los mediocres, de los que no tendrán empacho en servirse. Sonrientes como políticos en permanente campaña electoral, pero albergando por dentro una muy malísísima mala leche, y un "ya llegaré yo, ya me las pagarás" perpetuamente en sus cabezas. Como si hubiera que defenestrar incluso a los propios fundadores de una hermandad, ¿a ellos qué más les da, si esto no les preocupa? Dilapidadores de herencias, de estilos, de personalidades, en las cofradías a dónde acceden queriendo dejar su impronta.

Prometedores de mantos bordados, coronaciones canónicas y hasta de capillas propias si llegan al poder. Teóricos de la Semana Santa sin raíces delante de una copa de balón en pubs de moda, y doblegadores de voluntades grises a base de convidás. Márketing puro.Defensores y adalides de la democracia en las hermandades que obligue a la alternancia en los cargos, pero en la que después no creen, o creen hasta que llegan ellos y automáticamente cambian de opinión y se agarran a la vara como si en ello les fuera la vida.
Porque lo que se dice en puridad trabajar por su cofradía no han trabajado nunca, ni se les espera. Alguna gestión de guante blanco, la subvención de algún cartel, de alguna publicidad para el boletín...Pero las malas noches para los mayordomos y los priostes. Y de abrir la cartera, más bien poco, como no sea en campaña electoral en la puñetera barra del bar de la casa hermandad.

Tampoco son ellos muy de quinarios, ni de triduos, ni besamanos, ni besapiés, ni misas de domingos... Pasan por los cultos como de puntillas. Van como si tuvieran que fichar en una fábrica, compromiso puro, como para justificar su asistencia y poderle echárselo en cara, si se tercia, al que no fue, cuando a lo mejor el que no fue a los cultos hace más por la hermandad que el pijocofrade durmiendo.  Sin embargo, a lo que no suelen fallar es a la comida de hermandad, allí se mueven como pez en el agua, saludando de mesa en mesa como novios en banquete de bodas. Y a los postres, cuando la ingesta de licores ha alcanzado su nivel adecuado, en más de una ocasión han hecho sonrojar al hermano mayor contando chistes fáciles de curas, obispos, del papa, y de todo lo que se menee y lleve sotana en la Iglesia, en presencia del predicador de turno, aunque uno de los placeres favoritos de esta ralea es hablarle de tú a los curas, eso les disloca, es que se derriten de gusto, lo más de lo más, demostrando una falta elemental de educación (otra cosa es que el sacerdote le apee del tratamiento).

Este nuevo espécimen aún no ha dado aquí su verdadera cara, pero sí que ha demostrado ya sus habilidades en culturas cofrades superiores a la nuestra. Y el resultado ha sido devastador, desde dejar a la hermandad con la grave hipoteca  (además de en lo económico) de una gestora impuesta (ahora se dice comisariado), hasta  hacer saltar por los aires la paz social de hermandades enfangándolas en procesos electorales que las dejarán divididas y enfrentadas por mucho tiempo.
Así es que, por la cuenta que nos tiene, estemos precavidos, vacunémosnos contra esta incipiente pandemia, pensemos antes de votar a quiénes metemos en nuestras juntas de gobierno, que luego sacarlas de la vida de las hermandades, por su forma de actuar, es difícil, doloroso, y a veces, ya muy tarde. Porque hablar de la formación cofrade y religiosa de esta nueva ola de cofrades daría para otra larga, larguísima reflexión. Y la verdad que da pereza. No hay ganas. Quizás en otra ocasión. Ya por hoy con esto tenemos bastante.