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jueves, 27 de junio de 2013

ORACIÓN, DESPEDIDA Y CIERRE

ORACIÓN 

Fin del curso académico y fin del curso cofrade. Estamos entrando en un paréntesis de plata,  el que anuncia las campanillas del templete de la custodia de Corpus, muñidor del verano, y que se cierra con el templete del paso de la Virgen de la Cinta. Tiempo encerrado entre templetes que contiene dentro el periodo estival, tan  propicio para tantas cosas. Tiempo propicio para hacer balance, para proyectar. Tiempo ideal, por ejemplo, para renovar los filtros que impidan que sigan entrando en las cofradías esos elementos contaminantes que la desvirtúan; para recetear el disco duro de la memoria de las hermandades para que intenten ser lo que deben ser.

Tiempo para la conversación distendida en tertulias sin más pretensiones que la de hacer tertulia; en el que las damas de noche de Punta Umbría, perfume de los veranos de la infancia, de los veranos de siempre, anuncian con su aroma el tiempo estelar de la devoción a la Virgen del Carmen, lo mismo que los azahares preludian la Semana Santa y los jazmines harán lo propio con la fiesta de la Virgen de la Cinta. Tiempo de balances...Y tiempo también de oración, porque Dios no hace verano.

Y si es tiempo de balances y es tiempo de oración, nefasto el balance por abultado, de los cofrades desaparecidos en este curso que ahora termina y ofrezcamos a la Virgen del Carmen, Remedio de Ánimas, oraciones por la salvación de sus almas. Porque como dice la vieja jaculatoria "a la Virgen del Carmen quiero y adoro, porque salva las almas del Purgatorio..."
                                             



 DESPEDIDA



La de este blog, con casi catorce mil entradas. Momento de dar las gracias a quienes lo seguís y a los que con vuestros comentarios ayudáis a darle forma semana a semana. Porque no somos tan raros, ni tan pocos, los que nos identificamos con las ideas y la forma de entender la Semana Santa que aquí se expresa. A todos os doy las gracias. Si a alguien ofendí, pido perdón sinceramente, nunca fue mi intención, siempre firmé con nombre y apellidos, nunca me oculté detrás de ningún pseudónimo, y como dice el encabezamiento : Sin intención de aleccionar a nadie. Solo expreso mi opinión. Y algún que otro disgusto me he llevado. Y a los que defraudé, es que quizás esperó demasiado de mi.
                                           



 Y  CIERRE.





Como se cierra la puerta del almacén que guarda el paso después de la mudá pasada la Semana Santa. Así se guardará esta página, almacenado en la memoria del ordenador  hasta que se vuelva a sacar para ir montando sobre él la actualidad cofrade, el devenir de nuestras hermandades, la Semana Santa que, a pesar de todo, se sigue llevando en el corazón, adherida al alma. A lo mejor cuando pase el verano. Quizás para septiembre.... Mientras tanto, feliz verano a todos.

sábado, 22 de junio de 2013

¡QUÉ ESCÁNDALO, TÍA!

No vayamos a ser falsos. Siempre hemos sabido que se han hecho alguna que otra tontería montando los pasos. Alguien que se pone la capa pluvial del cura, o el que se ha paramentado con el faldón del paso a modo de capa magna, con una escoba de báculo y que hace una entrada triunfal por la nave central de la parroquia simulando el comienzo de una Misa Estacional (antes Pontifical) que haría palidecer de envidia a Msr. Lefebvre o al mismísimo Papa patéticamente reinante del Palmar de Troya. O algún otro que se excede con el vino de las torrijas la noche de fundir la cera que, uvita a uvita, es decir, tapón a tapón de 501 (¡caballero, qué coñac!), agarra una cogorza digna de unos sanfermines.  ¿Quién no ha visto a alguno meterse en el confesionario para confesar al otro que le ha dado un ataque de risa floja y anda revolcándose por el suelo? Cosas "normales", salsa picante en las noches de armás y desarmás que no iban más allá de la gracieta, e incluso de la gracia y de la guasa con retranca que nunca le ha faltado al personal cofrade. Pero de ahí a los espectáculos, llenos de mal gusto y rayando con la blasfemia, que estamos asistiendo más veces de las deseadas media el mismo trecho que entre los Esperpentos de Valle Inclán y La Divina Comedia de Dante Alighieri.

Cómo no habrá sido la gravedad de los hechos, calificados sin tapujos de escándalo, para que haya tenido que intervenir la máxima autoridad de toda una diócesis para destituir fulminantemente a la junta de gobierno de la hermandad en cuestión.

Resulta que el prioste de una hermandad de gloria, de tercera o cuarta fila en cuanto a devoción y popularidad tendría ya la plata limpita y a la Virgen vestida,  no tuvo otra ocurrencia que ponerse a bailar el yeli, yeli, yeli, de las bodas gitanas taconeando sobre la toca de sobremanto de la Virgen tirada en el suelo, rematando la  mariconada con un "qué fuerte, tía". Pero encima el muy imbécil deja que se grabe la escena en un vídeo. ¿Es o no es para hartar de cosquis al locajo este? Y según leo están las cosas internas en esa hermandad, que no me extrañaría ni mijita que haya sido obra de la "oposición" la publicación del vídeo en la red, seguro que grabado por un íntimo enemigo en esas especies de teatrillo de comedia, de opereta con trasfondo pseudoreligioso que al parecer consiste ahora los tiempos de montajes y desmontajes en las casas de hermandad y sacristías. Las hermandades copiando de los métodos mafiosos de políticos y peores. Caer más bajo ya se está poniendo difícil.

Hasta hace dos quinarios cualquier cosa que rodeara a nuestras imágenes eran consideradas reliquias, cualquier insignificancia se guardaba como un tesoro y eran poco más o menos que objetos de culto y veneración, si no religioso, al menos sentimental. Un trozo de una vulgar cinta de algodón negro que hubiera ceñido la túnica de un Cristo, un recorte de la enaguas de la Virgen que se desechó por estar ya pasada, el algodón con el que se le secó el rostro a una imagen cuando la lluvia la sorprendió en la calle, y que llegara a las manos de un cofrade era considerado como un "ex-ósibus", sin necesidad del auténtica, pues lo que le daba autenticidad era la reverencia con que se consideraba cualquier  recuerdo procedente de una imagen sagrada.

Hoy, según vemos, llegamos a esto por el manoseo con que tratamos todo lo sagrado, por dejar en manos de quienes ven en las imágenes y su decoro solamente lo estético y se acercan a ellas sin devoción y sin reverencia. Porque muchas veces  las juntas de gobierno nombran estilistas en vez de vestidores, y porque la falta de educación y de cultura imperantes en la sociedad se han adueñado también de las cofradías.

Esto no es nuevo, esta vulgarización de lo cofrade ya lleva un tiempo asentándose en las hermandades, sin que nadie de dentro( recordemos que ha sido la autoridad eclesiástica la que ha intervenido) haya puesto pie en pared. Aquí tiene  ahora mucha más importancia que el altar de culto, y especialmente el de besamanos, se parezca más al decorado y a la tramoya de un escenario teatral que a un altar donde se expone a la veneración de los fieles una imagen sagrada. Importa más cómo va vestida la Virgen, que la propia imagen de la Virgen; más  la hora a la que se producirá la "imprevista" e "inesperada" petalada que la propia hora de salida o entrada de la cofradía.

Y esto por acoger a muchos artistas que solo ven en las priostías una forma de poder demostrar su sabiduría. Y lo peor es que hay juntas de gobierno que se lo disputan, como los fichajes de estrellas de fútbol. Y porque nos estamos acostumbrando a mirar para otro lado.¿Que creen que no es para tanto? ¿Que no tiene tanta importancia? Juzguen ustedes mismos el vídeo de este caso en cuestión, que de seguro solo es una muestra de lo que se podrá ver por ahí, que seguro sale a la luz por disputas partidistas en una hermandad. Mejor no conocer la realidad y mejor pensar que esto es un caso aislado. Pero me malicio que no. Dios quiera que no sea lo habitual.











jueves, 20 de junio de 2013

UN PREGÓN SIN DEDICATORIA




Hay quienes aseguran que empezamos a morir desde el mismo instante de nuestro nacimiento, que empezamos a morir al mismo tiempo que empezamos a vivir. No creo que sea así. Comenzamos  a morir un poco en el mismo instante en el que se muere nuestro padre. Como también creo que no acabas de superar la ausencia de un ser tan querido hasta que al recordarlo no aparezca en tu rostro una sonrisa en vez de una lágrima. Por eso ahora que el tiempo va mediando, inexorable  ley de vida, y el soñar contigo, al recordarte, ya no me causa dolor, quisiera decirte algunas, muchas cosas que se quedaron guardadas cuando te marchaste. Quisiera saldar algunas cuentas que tenemos pendiente. O mejor dicho: deudas que yo tengo pendientes contigo, papá.

 Quizá porque te marchaste sin avisar o  porque creí que jamás llegaría ese día, nunca te di las gracias por toda una vida, la tuya, sosteniendo a las nuestras, a la de mamá, a la de mi hermano y a la mía. Porque nunca te dije, absurda timidez, lo orgulloso que siempre estuve de ti. Ojalá pudiera invertir el paso del tiempo para poder decirte todo lo que en vida no te dije. Quisiera poder borrar todo cuanto te pudiera haber defraudado de mí por no satisfacer las expectativas que, como todo buen padre, en mí pusiste.

Sabes que nunca te tuve en cuenta el tiempo que pasabas lejos de nosotros por la dedicación a tu trabajo, esas interminables temporadas, aquellos largos turnos embarcado donde solo tu voz lejana por el teléfono, o por la emisora de la costera, te hacía presente en nuestras vidas.  Todavía en mi memoria arde ante la Virgen del Carmen aquella mariposa encendida flotando en un tazón de aceite que la abuela encendía en el momento que el barco salía por la boca de la barra y que no se apagaba hasta que no volvías a entrar por las puertas de casa. Ofrezco por ti las lágrimas en las despedidas diciéndote adiós, viendo cómo te alejabas saludándome en la cubierta del barco; el tiempo de espera aguardando en el muelle que apareciera a lo lejos, de nuevo, el barco donde venías, confundiéndose el sonido del motor con los latidos del corazón del niño impaciente.

Jamás te podré reprochar todas las fiestas que no lo fueron por no estar tú; ni el vacío en las noches de Reyes sin ti;   porque todo quedaba saldado  cuando volvías (el olor que traías contigo a sal y brea lo tengo perpetuamente grabado en la memoria)  y  el tiempo que pasábamos juntos superaba con creces el tiempo perdido. Y me sonríe el recuerdo del  tiempo que me dedicabas cuando aprendía las primeras letras en una cartilla a la sombra de un pino a la hora de la siesta, en ese refugio que para ti era aquel viejo caserón en Los Pinos de Valverde; o cuando me enseñabas a nadar aprovechando la corriente a favor del río Piedras; o me llevabas por un itinerario de salinas y playas para que aprendiera a vivir donde tú mismo aprendiste, en esa Isla Cristina que nunca dejaste de querer, ni de añorar. Y siempre tengo presente el empeño que pusiste en que los caminos de mi hermano y el mío nunca se cruzasen con el mar, con la mar, esa amante que tú tenías, que convivió casi toda la vida con nosotros y que solo tuviste arrestos para dejarla cuando comprendiste, aunque no te lo pidiéramos nunca, que la adolescencia de tus hijos te requería cerca, ni siquiera cuando la mar, mujer malvada y celosa, quiso quedarse contigo para siempre en aquel triste naufragio del Virgen de La Antigua, o en el del San Enrique, con mi madre ya embarazada de tu primer hijo, fuiste capaz de abandonar. Eso sí que es fidelidad desde que le profesaste amor por primera vez a los catorce años desde un barco fondeado en la rivera del Guadiana, con hábito celeste de San Francisco y teniendo como testigo el Nazareno de la Villa,  Alma y Señor de Ayamonte.

Tampoco supe agradecerte en su momento el cariño a mis hijos, tus nietos, a quienes quisiste como a mí, pero mimaste y consentiste más que a mí haciendo uso de tu condición de abuelo, que para educarlos ya estábamos Marisa y yo, y el colegio, o la escuela, como te gustaba decir.

Y todo esto porque la otra tarde, trasteando en tus cosas, encontré la fotografía que encabeza este escrito y un libro del pregón de Semana Santa del 2006; sí, ese que me pediste por activa y por pasiva que te dedicara, y cuya primera hoja sigue en blanco, absolutamente en blanco.

 Y es que nunca supe qué poner. ¿Qué dedicatoria se le puede poner a un padre en un libro? ¿Cómo resumir en la dedicatoria de un pregón, en cuatro frases, todo el sentimiento, todo el respeto, toda la admiración, toda tu vida, cuando es tu vida de honradez y de trabajo la que necesitaría un pregón y algo más que un libro?

Por eso cuando vi el pregón sin dedicatoria al momento comprendí cuántas cosas se me quedaron por decirte, y que te digo ahora redimiendo mi culpa, al tiempo que te pido que sigas velando por nosotros desde ese Cielo donde ruego a Dios que estés, y que estoy seguro que estarás, tan azul como ese mar que fue tu cielo, y a veces tu infierno, en la Tierra. Por mi parte, deuda saldada. Un beso y descansa, papá.


jueves, 13 de junio de 2013

LUZ DE SEVILLA



No es la luz que escruta azahares en el mes de marzo; ni la que amorata las jacarandas y hace que se abran los magnolios por junio; ni la que se congela , densa y dorada, en las aristas de la Giralda que en las tardes de diciembre se vuelve cirio concepcionista de la hermandad del Silencio. Ni es la luz, por ausente, que solo alcanza
 alumbrar al Gran Poder cuando cruza fugazmente la Plaza de San Lorenzo, poniendo un último beso de brumas en la frente del Señor antes de su recogida. La luz, la Verdadera Luz de Sevilla, es la que emana del llanto irisado por la sonrisa de la Virgen de la Esperanza.

Porque no es la luz, según su voluntad, la que hace cambiar el rostro de la Señora del Arco. Es la imponente majestad de la Macarena la que hace que en su presencia sea la luz la que se avenga en cada momento a las razones de su belleza.

No creo que haya ninguna imagen que plasme mejor en su semblante la variedad de la luz como esta Esperanza de los mortales. No creo que exista ninguna otra que resista el exceso de sol del mediodía sobre su cambiante expresión ni la escasez de claridades en la más honda madrugada mejor que Ella. No hay a quien las luces de la alborada le perfile mejor el rostro que a esta Virgen del Divino Entrecejo, que le haga acusar mejor el cansancio de una noche fuera de su casa profundizando o suavizando sus ojeras con toda la gama posible de colores morados, desde el malva suave nacarado de luna por la Resolana cuando va, al terciopelo morado abrasado de sol por la Resolana cuando vuelve. Luz que se cala entre las flores de seda de sus velos definiendo su figura de torre de marfil, patinando de oro su saya. La que acusa las llagas del amor de Sevilla que se hace beso en sus manos. La que verdea en temblores de cristal, esmeraldas o talco, ¿qué más dará?, desde la patena de encajes  de su pecho, inconfundibles estrellas de su Esperanza. La misma que irradia los rayos plisados de su corona que cuaja brillantes sobre la cúspide de su cruz y llega a nosotros por una cascada tisú, o como repescada entre las mayas de oro tejido en un mato.

 La que se condensa y se deshace, se concentra y se disipa, como polvo dorado en la nube de incienso inflamado con la luz de la candelería que la precede. Luz radiante en el perfil de su sonrisa; luz sombría en el de su llanto.

Luz sonora y vibrante hasta en la música que la lleva con el arranque de "Pasa la Macarena"; luz romántica en "Coronación" y hasta melancólica luz, casi vespertina, en declive, en la marcha fúnebre que le toquen en la esquina de Chapineros. Luz blanca, como toca de novicia reverberando de albedo  las cales de la calle Alcázares; luz alegre, de mañana de feria, de cielo de Corpus, y solemnemente opaca a veces como la de los cirios oscuros de un viejo Oficio de Tinieblas en Viernes Santo. Luz cobalto en el cielo de una Madrugada, la suya, que clarea con livores de su radiante Esperanza.

Luz que emana de Ella, pero luz que esta Señora de la Luz también absorbe hecha  claridad y que atrae, como potentes imanes, el coral inmensamente negro de sus ojos. ¿No se han fijado cómo así que entremos en su basílica todo confluye en su mirada? ¿No les da a ustedes la sensación que así que se cruza el atrio parece que la mirada de la Virgen te buscara, como si te esperara? Por sus ojos, pozos profundos de negras claridades por donde penetramos al universo con cinco estrellas de su rostro, se precipita nuestra esperanza para alumbrarnos con la de Ella.


Así ocurre siempre que se abren las puertas de la Basílica, una brazada de su luz se derrama en cascada y canalizada por un arco blanco y albero llega a todos nosotros, como cuando se abrieron, recién bendecidas y por primera vez, las puertas del Año Jubilar de la Macarena. Un año para dejarnos alumbrar por la genuina Luz de la Esperanza, la más auténtica y Verdadera Luz de Sevilla.

jueves, 6 de junio de 2013

CRÍA CUERVOS...

Que dice aquí mi señora que para triunfar en este mundo hay que ser mala persona, que no hay justicia, y siempre ha mantenido que a los que peor se portan con los demás son a los que mejor les va en la vida. Yo me resisto a aceptarlo, pero  puede que hasta tenga razón. Y ya si nos referimos al mundo cofrade, y últimamente  visto lo visto, seguro que lleva razón. Aunque me duela dársela.

Siempre han existido y siguen existiendo celos y recelos entre cofradías, y lo que es peor, entre hermanos de la misma cofradía. Parece que esto sea consustancial al ser cofrades. A nadie se le escapa los desencuentros históricos, las malas relaciones, los litigios, unos absurdos, otros no tanto, que han hecho que esté permanentemente de rabiosa actualidad el viejo dicho de "ni fías ni porfías en cuestión de cofradías". Pero creo que con la inquina, con la falta de respeto, el poco estilo, con los malos modos y la malababa con que nos tratamos hoy en día para conseguir cualquier fin, sea moralmente lícito o no lo sea tanto, no tiene parangón alguno con lo que ocurría en otro tiempo. Igual estoy equivocado, pero me malicio que no.

Hoy hay directores que matarían por quitarle el  contrato a tal o cual banda, firmando por tal o cual hermandad, que mientras cobren más barato  se dejará querer . Hoy hay floristas que para abrirse mercado ( y más como están las cosas y si hablamos de negocios) que hasta venderían a su madre en una mala rifa. Hoy hay capataces que no dudarían en remover una junta de gobierno, y moverle la silla al propio hermano mayor usando a "sus" costaleros, que a lo mejor desconocen el devenir de la hermandad y votan según los intereses de su amigo el capataz que puede temer perder el martillo....Pero lo peor es que hay miembros de juntas de gobierno que harían todo esto y más con tal de lograr una foto en un periódico, aunque sea de los gratuitos, y no digamos ya veinte segundos en "prime times" en una televisión local. Vamos que es que se pirran por tener algo de notoriedad, que en otras latitudes entendería, pero ¿qué posición social tienen aquí los hermanos mayores? Y si me apuran, ¿qué relevancia ni prestigio social tienen aquí las cofradías, se nos tiene en cuenta para algo?

 Lo triste es que para llegar a esto no le habrá importado dejar en la cuneta a quienes a lo mejor valen más que él y encima le habrá pisado el cuello a quien lo trajo a la hermandad y lo crió a sus pechos. Que es lo que más puede doler en el alma.

Y aquí sí que no hay prebendas, ni privilegios, ni distinciones. Ocurre lo mismo en cofradías con siglos de existencia, más explicable (no más lógico), pues la convivencia se deteriora con el tiempo, se forman grupos más afines unos que otro; incluso familias que tradicionalmente han pertenecido al gobierno de la hermandad, y aun habiéndolas  sostenido en tiempos de decadencia, que todo hay que decirlo,  muestran distintos criterios a la hora de dirigirla. Pero es inexplicable que esto ocurra también en hermandades de reciente creación, entre cofrades jóvenes que se han criado juntos, que han  visto nacer y dar sus primeros pasos a su hermandad, que han crecido con la ilusión de ver hechos realidad los primeros proyectos,  los primeros logros... Pero que en el preciso momento de renovar en unas elecciones a la primera junta de gobierno que tiene la hermandad, en términos taurinos "a la primera y sin descabello", ya empiezan a mostrarse con la misma sinrazón que  otra hermandad multicentenaria. ¿Cómo es posible esto si no les ha dado ni tiempo de pelearse? Los que se criaron como hermanos, que convivieron como tales, ahora son enemigos; ni se hablan, ni se miran. Y si no existiera de por medio algo de buena educación en muchos de ellos, llegaría a verse algún bochornoso espectáculo, mucho más lamentable.

 Aquí, en la hermandad nueva, nadie trajo a nadie, todos fueron aprendiendo de esto al mismo tiempo; unos se comprometieron más y otros menos; unos quisieron la hermandad de una manera y otros la pretendieron de otra , en igualdad de condiciones, a un mismo tiempo. Pero, ¿y cuando ocurre que quién te da la puñalá trapera es alguien que tú mismo has traído a la hermandad, que le has abierto las puertas de par en par, que le has permitido llegar, sin que nadie te obligara, hasta donde a ti jamás te permitieron llegar cuando empezabas, que les enseñaste lo que ni a tus más allegados les enseñaste nunca, que les allanaste el camino, que lo defendiste ante las críticas de los que veían venir el puñal traicionero mientras tú estabas en Babia, que confiaste en él, o en ella? Esto lleva un dolor añadido difícil de explicar, un IVA emocional costoso y cruel que mina y cuestiona para siempre tu anterior dedicación en alma y vida a la hermandad, un pago de Judas, un golpe de Caín que difícilmente podrás superar. Y algo que te hará mantener receloso y desconfiado para los restos, para siempre. Lo que antes era entrega generosa y feliz, proyectada hacia el futuro con ilusión colectiva se torna cicatería, medición de tiempo dedicado, comparaciones odiosas, ranking de disponibilidades entre hermanos, a ver quién viene a trabajar y quién no, como si se tratara de dirigir una empresa y no una cofradía....
Después de esto, ya nada será igual, no habrá reconciliación, ni posible componenda. Son heridas que cicatrizan difícilmente, o nunca. Actitudes que le allanan el camino a la mediocridad en cualquier hermandad. Eso y no el hecho de que aparten a alguien válido es lo que torturai verdaderamente , es la amarga decepción de criar cuervos para que te saquen los ojos....Y mientras te los saquen a ti, bien está.


 Pero lo cierto y verdad  (y lo más triste) es que al final quien se queda ciega, a quien verdaderamente le sacan los ojos es a la cofradía. Y qué desesperanzador es comprobar con la inusitada frecuencia con que actualmente se ven las navajas acechando en los más oscuros callejones de la peor Semana Santa. Eso no es Semana Santa. Esas no son cofradías. Eso no es Igesia.