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jueves, 30 de junio de 2011

CARTA AL NUEVO HERMANO MAYOR

Querido amigo y querido hermano:

Cuando ayer al filo de la medianoche comenzaba el día de su festividad, San Pedro, con una de sus llaves, la de plata, cerraba un periodo en la historia de nuestra hermandad; y con la otra, la de oro, abría un tiempo nuevo. Así sucede siempre que se celebra un cabildo para elegir nueva junta de gobierno. Plata para el recuerdo y oro para el futuro de esta Real, Antigua y Venerable hermandad de nazarenos.

Ayer, Chelu, tuviste la inmensa dicha de que tus hermanos que participaron masivamente y con una actitud ejemplar, te eligieran para que seas, cuando lo confirme el Sr. Obispo, nuestro nuevo hermano mayor. No hay distinción, ni cofrade, ni civil, ni de ningún otro tipo para un hermano de Jesús Nazareno que ser el hermano mayor de su hermandad.

Y has salido elegido en unos comicios donde concurrían circunstancias especiales. Precisamente en circunstancias nada propicias has sabido explicar  junto con el resto de oficiales que formarán tu junta de gobierno, la idea que tienes de lo que desearías que fuese la hermandad. Y tu mensaje habrá sido comprendido a tenor de los resultados cuando te han encomendado la honrosa misión de regir los destinos de nuestra hermandad y cofradía. Dicho así, ¿a que asusta? Pero no te preocupes. Todo es cuestión de prioridades, y creo que tú, en esto, siempre lo has tenido claro.

Siempre que un hermano mayor accede al cargo, que viene de carga, no te olvides, se encuentra ante sí con una larga lista de tareas a realizar, de toda índole: patrimoniales, sociales, asistenciales, caritativas… Pero la principal es la de rendir el culto debido a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cosa nada difícil en principio dada la enorme devoción que El Señor tiene en Huelva, pero complicada en la actualidad pues la sociedad tiende cada vez con mayor frecuencia a desdibujar con todo tipo de distracciones el verdadero esplendor de nuestras imágenes. Será misión tuya y de tu junta de oficiales procurar purificar la devoción al Nazareno, protegiéndola de todo lo que la pueda distorsionar. Que lo que brille sea él, y solo Él.

Luego vendrán los estrenos, lo material, eres cofrade viejo y sabes a lo que me refiero. Pero estoy seguro que coincides conmigo en que eso hoy no es lo más importante.

Actualmente tienes ante ti una tarea infinitamente más importante, un reto mucho más urgente: Lograr en tu tiempo de mandato la unidad entre nosotros. Y esto tiene mucho que ver con que dejemos que Dios empape con su Espíritu nuestra hermandad. Tienes la misión y la obligación de lograrlo. Aunque evidentemente no depende solo de ti.

En su legítimo derecho, han comparecido junto con la tuya dos candidaturas. Son dos formas más de entender la hermandad. Dios quiera que seamos capaces de unir voluntades. Todos deberemos poner de nuestra parte. Todos sabemos de tu bonhomía, sabemos de tu bondad de corazón y de tu honradez a prueba de auditorías cofrades. Conocemos tu mano firme a veces y otras de terciopelo, tendida cuando se necesita. Inténtalo. Sería tu mayor legado.

Y hablando de legado. Anteanoche, recién proclamada vencedora tu candidatura, al acercarme a Isabel, tu madre, no pude por menos que emocionarme acordándome del legado de devoción hacia la hermandad que te dejaron tus antepasados. ¡Anda que estarán disfrutando poco, más que en un eterno baile de cascabeleros ante San Juan Bautista, tu padre Paco Borrero y tu tío Pepe sabiendo que este año irás presidiendo la cofradía donde mismo ellos iban! Así que no te extrañes si esta madrugada de Viernes Santo, susurrándole piropos a la Virgen, ves dos nazarenos más, uno a cada lado del nuevo hermano mayor, en la presidencia del paso de palio.

Y me acordaba de la mucha hermandad que vivimos en la rebotica de la droguería, y de Juana María llamando por el patio para tomar el “moka”. Te veía preparando la plata, montando el Nacimiento, o de costalero, o haciendo gala de tu infinita paciencia dándole forma, clavel a clavel, al monte del Paso del Señor. Por eso cuando al principio de este tiempo de elecciones en la hermandad (me niego a llamarlo campaña electoral) decían que no te conocían, lo que en realidad no conocen es la historia, no ya tan reciente, de la hermandad.

Así que cuando quisiste contar con mi ayuda para tu proyecto, aún sabiendo mi deseo de unir distintas sensibilidades, no me pude negar. Aun sabiendo que podría perjudicarte, más que beneficiarte, no pude ni quise negar mi mano a quién durante tantos años ha colaborado con la hermandad, mejor dicho, ha hecho hermandad, y que cuando te he necesitado en el desempeño de algún cargo en la junta de gobierno, siempre te he tenido cerca. Jamás coseché de ti una sola negativa. Absoluta disposición a la hermandad.

Aunque eres poco expresivo, sé de tu felicidad, de la de Rocío, tu mujer, de la de tus hijos y de la de toda tu familia. A ella me sumo de corazón. Te la mereces. Y nosotros nos merecemos un hermano mayor como el que estoy seguro vas a ser.

Un abrazo.

P.D.  Te ruego hagas extensiva mi felicitación al resto de tu junta de oficiales de gobierno.

jueves, 23 de junio de 2011

VENID ADORADORES, ADOREMOS


El próximo domingo celebraremos una de las mayores solemnidades de la Iglesia Católica: La Conmemoración del Cuerpo y la Sangre de  Nuestro Señor Jesucristo, el Corpus Christi.

Tras la misa de Pontifical, el Santísimo Sacramento saldrá en la única procesión de obligada asistencia de cuantas se suceden a lo largo del calendario litúrgico. Y aún así, a nadie se le escapa que esta procesión languidece en la misma proporción que aumenta la asistencia a las de Semana Santa. A la vista está que no termina de contar con la masiva participación que su carácter e importancia merecen. ¿Por qué si esta es, si debe ser, la procesión más importante con la Real presencia de Jesús Sacramentado no se llena las calles a su paso? Algo estaremos haciendo mal.

Siempre que se aborda esta cuestión se alegan, sin mucho convencimiento, excusas tan peregrinas como lo inadecuado de su celebración en domingo, la climatología, la cercanía de las playas, el verano…Igual de cerca están las playas y el mismo o más calor hace para la bajada y las procesiones de la Virgen de la Cinta y la ciudad acude masivamente, dentro de la decadencia general que se aprecia últimamente en este tipo de actos religiosos, pero todavía masivamente.

Estas circunstancias podrán influir, pero no es la causa principal de la desmotivación existente. El verdadero motivo es la falta de conocimiento de lo que la Sagrada Eucaristía significa, de la falta de conciencia de lo que Dios supone en nuestras vidas. O al revés; esta situación define bien a las claras lo que la Religión supone para nosotros.

Por un lado, las cofradías, por costumbre, solo se han preocupado de llevar una digna representación que a veces no alcanza ni a sus juntas de gobierno, no hemos sabido transmitir al resto de la nómina de hermanos que la Eucaristía debe suponer el centro de nuestra vida cristiana. Pero por otro lado, sin la participación de las hermandades y cofradías, ¿qué sería de la procesión? ¿Quién acompañaría a la Custodia? Porque el pueblo fiel que se sitúa detrás del paso también es cada día más escaso. Si a esto le añadimos el poco interés de parte de los responsables parroquiales por animar  a los fieles a asistir al Corpus tendríamos las causas principales, que no las únicas, de esta decadencia. Si se están celebrando misas con el Señor en la calle, ¿cómo se va a facilitar la concurrencia a la procesión, incluso la propia participación del clero?

Y la solución, como a veces se oye decir, no pasa por llenar la procesión de pasitos (aunque su inclusión en el cortejo tampoco perjudicaría a nadie). La solución es mucho más compleja. El problema es más profundo, mucho más preocupante, es el vivo reflejo de la falta de creencia en Dios de esta sociedad, de su progresivo alejamiento de la Religión, de sus preceptos, de sus mandamientos. Un pueblo que engalana con profusión balcones , fachadas y edificios enteros por un triunfo deportivo, luego no es capaz de adornarlos al paso del Triunfo de la Eucaristía, como avergonzado de su condición de católico. Con que solo los creyentes exteriorizáramos nuestra reverencia al  paso de la Sagrada Forma engalanando nuestros balcones bastaría. Pero ni eso.

Y es que no se puede amar lo que no se conoce. ¿Cuántos jóvenes han asistido alguna vez a la Exposición de Su Divina Majestad? Con suerte, si son cofrades, alguna vez con ocasión de los cultos de regla de su hermandad. Aquí es dónde las cofradías pueden desempeñar un papel fundamental, transmitiendo a las nuevas generaciones la devoción a la Eucaristía, con el indudable poder de atracción que ejercen sobre la juventud. Y con las cofradías, los colegios religiosos y cualquier asociación de la Iglesia.

Claro está que esto sería posible si Dios no quedara desdibujado, como perdido entre otros elementos sin ninguna importancia que a veces ahogan la verdadera misión de una cofradía. ¿Cuántas veces confundimos la innegable y legítima belleza de un altar de cultos con el verdadero quinario que es el culto sagrado? ¿Cuántas veces llamamos solemnidad a una sobrecarga, tantas veces huecas, de actos, rosario, letanías, misa, exposición, salve y hasta imposición de medallas en una misma tarde? ¿Se preparan bien los acólitos, saben lo que significa su misión en el altar? ¿Vivimos con unción estos cultos o estamos deseando que acaben para cuanto antes empezar a montar los pasos? Y ni que decir tiene que esto sería imposible sin la colaboración de ministros  consagrados que propicien el conocimiento de la devoción  al Santísimo con todo el culto tradicional que ello conlleva. ¿Sabrían cantar los jóvenes el Tantum Ergo? ¿Sabrían decir qué es una bendición y una reserva solemnes? Pero si nadie les enseña nunca lo sabrán.

El próximo domingo oiremos insistentemente en el Himno Eucarístico la expresión Dios está aquí. Ojalá lo dijéramos convencidos, demostrando que lo creemos, exteriorizando esa Verdad. Si somos capaces de transmitir esa creencia, sobre todo a los más jóvenes, en poco tiempo al volver a cantar Venid adoradores, adoremos, seremos más los que acudamos a esa llamada. El inmenso Amor hecho Pan Consagrado nunca nos abandonará, ni la protección  maternal de la Virgen, Nuestra Señora. En Ellos confiamos.

jueves, 16 de junio de 2011

DECIR LO QUE SE SIENTE


No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
                              (Francisco de Quevedo)

Si normalmente los cofrades cuando opinamos solemos soltar alguna que otra “jangá”, cuando  nos encontramos en periodo de elecciones el índice de “trocherías” se dispara.

De todos es sabido que en las elecciones de la hermandad del Nazareno concurren tres candidaturas, situación esta, a mi entender nada deseable, pero absolutamente lícita. Ni la primera,  y seguro que no será la última hermandad en la que ocurra.

Me cabe el honor de que dos de esas candidaturas hayan querido contar con mi colaboración, pero he declinado la invitación y no voy en ninguna de las tres. En ninguna aspiro a cargo de gobierno alguno. Pero lo que nadie podrá evitar es que unos me parezcan más capaces que otros y que a la hora de votar me decida por la que, a mi entender, mejor pueda desempeñar su labor y mejor pueda servir a la hermandad, ¿o también me lo van a prohibir?

Viene esto a cuento porque para criticar a alguna de esas candidaturas lo están haciendo conmigo, mejor dicho, contra mí. Además de no aspirar a nada en estas elecciones, llevo ocho años que estoy fuera de este juego. Precisamente a mí que durante este tiempo no he querido participar en nada, ni hacer nada que pudiera perjudicar a mi hermandad, ni he ido a reventar ningún cabildo, ni he hecho ni escrito  nada que pudiera perjudicarla, por muy mal que me hubieran parecido como se hicieran las cosas. Simplemente, me he mantenido al margen.

Siempre he pensado que el que la lleva la entiende y que las distintas juntas de gobierno deben tener la legítima libertad de actuar como lo consideren, dentro de lo establecido en los estatutos. Por eso, nada he dicho; nada he hecho. Es más, alguna vez que he sido requerido por la junta de gobierno para algo concreto, allí he estado.

Entonces, ¿a qué viene esto? Y lo que más me sorprende es que esgriman mi “alejamiento” estos últimos ocho años como principal argumento. Pero no se preguntan por qué. Me apartan y luego echan en cara que no vaya. ¿Ustedes lo entienden? Incluso algún ocioso ex-hermano mayor de  otra cofradía echa leña al fuego aduciendo que algunos años me he ausentado de Huelva en Semana Santa. Creo que lo que habrá querido hacer este señor es arremeter contra un buen amigo mío, excepcional cofrade e imprescindible contertulio dándole una patada, pero en mi culo.

Critican mi distanciamiento con la hermandad estos últimos años, pero no dicen nada de los años, todos los de mi vida, que me consagré a su servicio, y nunca recibí ayuda de ellos, ni falta que me hizo. Antepuse la hermandad a todo en el Mundo. Y no puedo decir que me equivoqué, porque estoy seguro que volvería a hacer lo mismo. Mientras muchos disfrutaban de la Semana Santa, de la de Huelva y de la de Sevilla, algunos ni nos podíamos mover de la iglesia. Sencillamente porque no teníamos tiempo, ni cuerpo.

Quizás en esto se aprecie mejor la relatividad del tiempo. Según Oscar Wilde, el valor de las cosas no está en el tiempo que duran, sino en la intensidad con las que suceden. Será por eso por lo que hay momentos irrepetibles y personas inolvidables, y en la intensidad con la que he vivido la emoción de haber servido a mi hermandad no me va a ganar nadie.

Ahora es otro tiempo. Que no se preocupen por mí, no merece la pena. No quiero honores, ni causar lástima. A nada aspiro, si acaso a que me dejen en paz los que no tienen otros argumentos para criticar a una candidatura adversaria que haciéndolo contra mí. No soy ni víctima ni verdugo. Y como dice una canción de mi admirada María Dolores Pradera, a estas alturas de mi vida “miro pasar el Mundo como un carnaval, grotesco y burlón”.

Ahora no lamento, no siento lo que he dicho. Ahora he dicho lo que siento. Palabra.

Y a los posibles lectores de este blog, les prometo no volver a aburrirles con mis disquisiciones personales. De verdad.

miércoles, 8 de junio de 2011

OTRO ROCÍO DISTINTO


El rumor de los cascos de los caballos sobre el pavimento, el tamboril y la flauta, el estruendo del cohete que deja su golpe de incienso en el azul del cielo, guitarras, palillos, palmas y panderetas, sevillanas, tintineo de campanillas en la carreta del simpecado, ángelus al mediodía y rosario al atardecer, noche de hogueras, arenales, revuelo de bronce en la espadaña del santuario, vivas, eterna sucesión de salves…..La Virgen del Rocío.

Sonidos éstos que en esta tarda primavera pone banda de emociones a un nuevo Pentecostés, a una nueva romería, la más hermosa de las que se celebran en todo el Mundo en honor de la Virgen.

Pero hay otro Rocío  como reflejado en el cristal negro de un Lunes Santo, penitencial y austero, donde el Rocío del Cielo se derrama en las mejillas de una virgen que llora, rociándonos de Esperanza:

“… hay en este lunes la evocación de un Rocío tamizado de Esperanza. Hay un volver peregrino siguiendo las huellas que la virgen de la cofradía del Calvario ha dejado marcadas sobre un arenal de silencios. Hay una celebración mariana como vista, en sus formas, desde la cara opuesta, que no oculta, de nuestra devoción a María, en un Rocío distinto, pero tamizado de Esperanza:

¡ Ay qué Rocío más triste
el de esta callada Esperanza!
¡Ay qué Rocío más frío
sin tamboril y sin flauta
en una marisma llena
de dolor y desconfianza,
donde de noche galopan
jinetes de sombras y dagas,
puñales de penas amargas,
que te traspasan el alma!

¡Qué Rocío sin caminos
y sin arenas doradas
pues la senda que caminas
es de piedra descarnada
sembrada de abrojos y espinas!

¡Ay qué extraño este rosario
sin antorchas ni bengalas,
solo el sendero te alumbra
cirios de miel destilada,
- luminoso antifonario-
tinieblas en la vaguada
que te conduce al Calvario!

Pero…
¡Ay qué Rocío tan bello
éste del silencio y de la calma,
qué otro Pentecostés,
en vez de fuego, de lágrimas.
Porque a veces los silencios
valen más que las palabras
y aunque se cierren los labios
haces que el alma se abra.
Y te colman de piropos
el crepitar de los cirios
y la flor en flor cortada,
tres golpes de llamador,
y un rachear de alpargatas,
pues para ti el silencio
es plegaria y alabanza
que muda hasta ti se alza
Reina de tristeza en el Rocío
y Señora de la pena en la Esperanza!

Sí que hay otro Rocío. Y seguro que a algunos les parece tan hermoso, o más incluso, que éste de Pentecostés. ¿O no, Rafa?

jueves, 2 de junio de 2011

AQUEL TIEMPO DE ESPERANZA


Seis años menos un día. Desde el cuatro de junio de 1994 al tres de junio del año 2000. Desde la imposición de la Medalla de Oro de la Ciudad, hasta su Solemne Coronación Canónica, Huelva vivió un tiempo feliz en la esperanza y con la Esperanza. Y la hermandad de San Francisco atravesó, posiblemente, el periodo más brillante de su historia. Si incluimos la realización de su templo, sin duda alguna el más brillante.

Pero al mismo tiempo, a la estela que iba dejando la hermandad de la Esperanza en su empresa, de algún modo también la Semana Santa, las cofradías y Huelva vivieron días de gloria.

Toda una perfecta y meditada programación de actos jalonaron ese tiempo, que ya va siendo de oro en la memoria, y que nunca antes habíamos vivido en nuestra ciudad. Fueron actos de intensidad plástica y de profunda espiritualidad, brillantes, concebidos con mimo, con la sabiduría que da la entrega sin límites a una causa, pues todo logro quedaba validado por la unción religiosa con el que quedaba impregnado, y como muestra imperecedera quedó su palpable obra social. La belleza de todas las artes y artesanías, la música, la poesía, la pintura, el bordado, la orfebrería, todo se puso como ofrenda de devoción a la Virgen de la Esperanza. Tanto se hizo que merecieron la atención y el interés de SS MM los reyes de España, que honraron con su presencia las vísperas del esperado día de la Coronación.

En ese arco de años que comienza a las puertas del Ayuntamiento, al quedar prendida sobre su pecho la Medalla de la Ciudad, y que termina en la Plaza de las Monjas cuando el obispo de la Diócesis manifiesta el amor de los onubenses y el de la Iglesia de Huelva a la Virgen de la Esperanza coronando su Sagrada Imagen, ha quedado como piedra fundamental en el edificio de la historia religiosa y civil de nuestra ciudad.

Sirvan estas líneas, ahora que se conmemoran dichas efemérides, como reconocimiento a los que las hicieron posibles. A los que consiguieron que el nombre de la Esperanza no se le cayera a Huelva de los labios. A quienes lograron que el apellido “Coronada” acompañara a la primera dolorosa de Huelva y de la Diócesis.

Y sirvan también como homenaje y gratitud estas otras letras que el bendito nombre de la Esperanza inspiró para el pregón de  Semana Santa del año 2006:

“”…. Y a tu nombre, Esperanza Coronada, Huelva se congrega a tus plantas y te reza, y te alaba, y por saetas vocea todo el amor que te guarda y en su bendito delirio, transida, Huelva te grita guapa y a lágrima viva a tu marinería ensalza:

¡Pero qué bonita viene
la Virgen de la Esperanza!

Viene mecida en el aire
como la flor en su vara.
Trae en su palio un vaivén
de olas suaves y largas
con el reflejo del sol
en la luz de su mirada

¡Qué porte de reina trae
la Virgen de la Esperanza!

Lleva la noche en el pelo
y corales en la saya.
Le da la luz de la cera
color de arena de playa
y  veladura morena.

Trae un rostrillo de espuma
y de blondas nacaradas
con filos de atardeceres
y encajes de luna clara,
prendido con alfileres
de una salina de plata.

Lleva una ensarta de perlas
rodeando su cintura
y todo el verdor del mar
por manto que nos procura
amparo en la adversidad,
seguridad en la duda.

Trae la corona llena
de brillantes y esmeraldas
y en el fajín que la ciñe
el rango de Capitana
del barco donde navegan
las ilusiones huelvanas.

¡Y qué dolorosa pasa
la Virgen de la Esperanza!

Llora lágrimas de sal
que le brotan de una pena
tan profunda como el mar
a esta rosa marinera,
que vino con la pleamar
y quedándose en la arena
aquí se quiso quedar,
ya no volvió a regresar
otra vez con la marea.
¡Y qué galana aparece
la Virgen de la Esperanza
gobernando su navío
en el mar de la confianza!

Entra ya en puerto seguro
recala tu barco aquí
en la bahía que Huelva
siempre tuvo para ti.
Pliega velas y echa anclas
en este fondeadero
donde jamás embarranca
la quilla de tu velero.

Pon fin a tu singladura
atracando de costero,
echa  el rezón por amura
y provoca la locura
de este pueblo marinero
que ve en tus ojos serenos
la clara salvación segura.

Por ser brisa de bonanza,
por ser estrella en su mar
porque tu sonrisa, sin más,
los temporales amansa,
porque Huelva te creó
a su imagen y semejanza,
de su risa y su dolor
eres fiel de su balanza,
y porque sabe que en ti
toda la gloria la alcanza
quiere, Señora, que aquí
reine siempre tu Esperanza.””

Y ese día suelto, ese de los seis años menos un día, como una dulce y felicísima condena, el que queda para el sexenio más brillante de la Esperanza, está aún por llegar. Porque también hay esperanza para la Esperanza. En Ella confiamos.

Spes Nostra, Regina Coronatta et Mater Dei, ora pro nobis.