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viernes, 29 de abril de 2011

LA TARDE QUE MURIÓ EL PAPA

  Aquella tarde, una multitud de fieles abarrotaba la Catedral de Nôtre Dame de París y toda su explanada delantera. Ante la Corona de espinas de Nuestro Señor Jesucristo solemnemente expuesta en el altar mayor como cada primer viernes de mes, se rezaba por Su Santidad el Papa Juan Pablo II en su última agonía, y lo mismo pude ver en St. Eutache, St. Denis y el Sacre Coeur, templos que visité ese día. Ya en el tren de regreso a España, un escueto sms en mi móvil: "El Papa ha muerto". Y en aquel momento no se me vino a la cabeza la memorable visita del Santo Padre a Huelva, ni de la ilusión con la que se preparó aquel viaje apostólico a nuestra diócesis, ni siquiera el sano orgullo de haber conocido, de haber besado la mano de ese Papa Peregrino, ni de su oración de rodillas ante la imagen de la Virgen de la Cinta. Me preguntaba si habría producido algún fruto, si dejó alguna huella en nosotros... Pensaba en la muchedumbre que horas antes rezaba por él en París, sobre todo en la gran cantidad de jóvenes que allí pude ver.Por que creí reconocer en esto el fruto de la celebración años antes en la Ciudad de las Luces de las Jornadas Mundiales de la Juventud, y ahí estaba el resultado. La "amada Francia" como los Papas llamaban al país galo, había comprendido el Mensaje, y ahí estaba el resultado.
Ahora que el Papa Juan Pablo II es elevado a la dignidad de Beato de la Iglesia y el mundo entero se alegra y muestra su gratitud,¿que hemos hecho en Huelva?¿Se ha organizado algún acto?¿Fuimos, somos conscientes de la importancia de aquella visita a una diócesis insignificante en España, en el Mundo?¿Cuántas ciudades más importantes que la nuestra hubieran exhultado de alegría al recibir a un Papa? Pero nosotros somos así, ingratos por naturaleza, olvidadizos por sistema. A lo mejor, una vez ya beatificado, se ofrecerá la Eucaristía en acción de gracias, sería lo mínimo.
Con estas mi primeras líneas en este espacio, quiero rendir un sencillo homenaje de gratitud y admiración por Su Santidad el Papa Juan Pablo II, por aquellos inolvidables días que contamos con su presencia en nuestra tierra, por acordarse de este rincón de Andalucía, y a los que hicieron posible su presencia entre nosotros. Ruego al nuevo beato por el Papa Benedicto, por España, para que permanezca  siempre en la fe católica y por nuestra diócesis  con su Pastor al frente. Y pido por los onubenses para  que sepamos honrar la memoria de aquel Papa peregrino. Los que tuvimos la inmensa fortuna de estar cerca de él ya intuíamos su santidad, lo irradiaba su portentosa figura, y lo demostró el tiempo que estuvo al timón de la Barca de Pedro. Beato Juan Pablo, ruega por nosotros.